La flor de cempasúchil es uno de los símbolos más representativos del Día de Muertos en México, conocida también como cempoaltxóchil, flor de muerto o flor de los 400 pétalos. Su color naranja y amarillo no solo adorna altares y ofrendas, sino que también cumple un papel cultural y espiritual que se remonta a tiempos prehispánicos.
Su nombre proviene del náhuatl “cempohualxochitl”, que significa “flor de la veintena”, haciendo referencia a sus múltiples pétalos. Los mexicas asociaban sus tonos cálidos con el sol y creían que su aroma guiaba a las almas hacia los altares, además de mantener la tibieza del día en las tumbas. En diferentes regiones de México, esta flor recibe distintos nombres: miccailhuitl en náhuatl, ninín en totonaco, xantolo en huasteco y animechakejtzitakuca en purépecha, reflejando su profundo significado cultural.
Más allá de su papel ceremonial, el cempasúchil también tenía usos medicinales documentados desde el Siglo XVI en el Códice Florentino. Entre sus propiedades destacan la ayuda contra malestares estomacales, expulsión de parásitos intestinales, desinflamación, reblandecimiento de tejidos infectados y aceleración de la cicatrización de úlceras. Sus aceites poseen efectos antibióticos frente a bacterias y hongos.
En las tradiciones del Día de Muertos, las familias colocan esta flor desde la entrada de la casa hasta el altar para guiar a los difuntos hacia la ofrenda preparada en su honor. Incluso, en la época prehispánica, se utilizaba para empolvar la cara de los prisioneros antes de los sacrificios, como símbolo de respeto hacia la muerte.
El cempasúchil se reproduce fácilmente por semilla, idealmente sembrada entre abril y julio. Puede cultivarse en macetas o directamente en suelo, y para garantizar un buen crecimiento se recomienda usar semillas cosechadas hace menos de ocho meses. Gracias a su fácil cultivo y su gran valor simbólico, el cempasúchil sigue siendo un elemento indispensable para mantener viva la tradición mexicana del Día de Muertos.
Deja una respuesta