Japón hizo historia al elegir a Sanae Takaichi como su primera mujer primera ministra, en una votación que marca un antes y un después en la política del país asiático, tradicionalmente dominada por hombres. La conservadora de línea dura obtuvo 237 votos en la Cámara Baja del Parlamento, superando la mayoría requerida entre los 465 escaños, y este martes asumirá oficialmente el cargo.
Takaichi, de 63 años, es conocida por su fuerte vínculo con el fallecido ex primer ministro Shinzo Abe, de quien fue aliada cercana, y por su admiración hacia la exmandataria británica Margaret Thatcher, lo que anticipa un gobierno con tintes de derecha y políticas firmes en materia económica y social.
Su llegada al poder no solo representa un avance simbólico en la lucha por la igualdad de género en Japón —país donde las mujeres ocupan menos del 10% de los cargos políticos de alto nivel—, sino también un cambio político que podría redefinir el rumbo económico del país.
El Partido Liberal Democrático (PLD), al que pertenece Takaichi, aseguró su victoria tras formar una alianza con el Partido de la Innovación de Japón (Ishin), consolidando una coalición que refuerza la agenda conservadora.
La nueva líder enfrenta un panorama complejo: inflación al alza, una deuda pública récord y un creciente malestar social por el aumento del costo de vida. Tras años de lucha contra la deflación, Japón ahora enfrenta el reto opuesto: controlar los precios sin frenar el crecimiento económico.
Su estilo de gobierno promete seguir parte del legado de Abe, apostando por el gasto público para dinamizar la economía, lo que ya ha generado movimientos en el mercado bursátil. De hecho, el llamado “comercio Takaichi” impulsó al índice Nikkei a alcanzar niveles históricos, aunque también ha encendido las alarmas entre los inversionistas por el riesgo de que la deuda continúe creciendo.
Expertos como Tadashi Mori, profesor de política en la Universidad Aichi Gakuin, advierten que Takaichi deberá construir alianzas más amplias para mantener la estabilidad política. “Los dos partidos no tienen mayoría en ambas cámaras. Para garantizar un gobierno estable y controlar las comisiones clave, necesitarán más de la mitad de los escaños”, explicó.
Además, su visión económica —similar al Abenomics, pero aplicada en un contexto de inflación— genera dudas sobre su efectividad. Según Mori, “un nuevo estímulo podría debilitar el yen, y recortar impuestos podría impulsar el consumo, pero no necesariamente detener el aumento de precios”.
Takaichi asume el poder tras la renuncia de Shigeru Ishiba, quien dimitió el mes pasado por los malos resultados electorales de su partido. Ahora, el reto de la nueva mandataria será mantener la confianza de los mercados, atender las demandas sociales y demostrar que una mujer puede liderar con firmeza en un entorno político donde, hasta ahora, el poder siempre había tenido rostro masculino.
Con esta elección, Japón no solo cambia de liderazgo, sino que da un paso significativo hacia una representación más diversa en la política, aunque bajo una ideología que promete continuar el rumbo conservador del país.
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