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Historia de lo inmediato

Todo lo que verás en la recién inaugurada Casa Kahlo de Coyoacán

CDMX a 4 de octubre, 2025.-  Esta casa roja, ubicada en Aguayo 54, Colonia Del Carmen en Coyoacán, ya está abierta al público desde hace apenas una semana para mostrar otra cara de Frida Kahlo: no la estrella del dolor, sino la hija, la hermana, la tía, la amiga cálida con risas, con cariño, con vida cotidiana. El Museo Casa Kahlo —creado por su sobrina nieta y dos sobrinas bisnietas— rescata memorias familiares, objetos íntimos, risas, sabores y el calor del hogar, todo eso que muchas veces queda escondido tras los grandes cuadros.

Entre sus pasillos encontrarás auténticos objetos familiares: fotografías tomadas por Guillermo Kahlo, la cámara de su niñez, utensilios que usó su madre, muebles que vieron crecer a Frida, ropa, bocetos, dibujos; más allá de eso, multimedia que permite revivir sonidos, miradas, espacios donde Frida descansaba, pensaba, escribía. Hay una sala dedicada especialmente a Cristina —su hermana, “la otra mitad de mi vida”— reflejo de que este lugar fue refugio y consuelo, no solo para la artista sino para una mujer que vivió de los afectos.

El recinto está abierto de miércoles a lunes de 9:00 a 18:00 horas, cerrado los martes. La entrada general cuesta $270 MXN, los ciudadanos mexicanos pagan $130 MXN y los estudiantes, adultos mayores, niñas y niños menores de 12 años, personas con discapacidad $65 MXN. Durante el recorrido hay guías cada ciertos minutos, y al final hay una tienda con souvenirs muy al estilo Kahlo: huipiles, libretas, objetos artesanales.

Este espacio no busca competir con la Casa Azul —la casa-museo de Frida y Diego Rivera— ni reemplazar nada, sino sumar otra historia: la de su infancia, su familia, su espacio privado, los momentos de calma lejos del reconocimiento público. Como lo dice Adán García Fajardo, director del museo, es “una Frida situada en la intimidad y seguridad de su familia”.

Para quienes aman la vida de Frida y quieren conectar con algo menos visto, Casa Kahlo abre la puerta de lo personal, de lo humano, de lo que despierta la empatía y la ternura. Es un viaje que emociona, que invita a comprender a Frida no solo como mito, sino como mujer real, con sueños, risas y reposo.

 

 

 

 

 

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