El ataque en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur de la UNAM, donde un joven de 19 años asesinó a un estudiante de 16 con un arma blanca, ha encendido las alarmas sobre el impacto de comunidades virtuales como los incels, la red pill y la llamada manosfera. Estas subculturas en internet, marcadas por la misoginia y el resentimiento hacia las mujeres, no solo están creciendo, sino que ya muestran consecuencias graves en la vida real.
El agresor, Lex Ashton, publicó mensajes en redes sociales donde expresaba odio hacia las mujeres y resentimiento hacia los llamados “chads” (hombres atractivos). Minutos después, atacó a Jesús Israel, un estudiante de Veracruz, quien murió tras recibir una herida en el cuello. El caso estremeció a la comunidad universitaria y reveló hasta qué punto los discursos de odio pueden permear en la mente de adolescentes y jóvenes.
De acuerdo con Márgara Millán, investigadora de la UNAM, detrás de estos hechos hay un fenómeno generacional: jóvenes que encuentran en internet un refugio a su soledad, pero que terminan atrapados en círculos de odio. “Las redes sociales les devuelven violencia y la idea de que la única forma de brillar es cometiendo actos extremos”, advierte.
El atacante participaba en grupos como Curincels OG y Farmacia CuripIncel, comunidades que difunden memes misóginos, burlas al feminismo y mensajes que glorifican los feminicidios. Tras el ataque, los administradores de estos espacios llegaron a exaltar a Ashton como un “ejemplo” para otros, lo que refleja la gravedad del problema.
La manosfera, término que engloba a comunidades digitales de hombres que promueven el machismo y el resentimiento hacia las mujeres, ha crecido en foros de Reddit, grupos de Facebook, chats en Discord y hasta en espacios ligados a videojuegos. Su narrativa gira en torno a la frustración masculina, la idea de que las mujeres son responsables de su soledad y la construcción de enemigos imaginarios.
Incluso organismos internacionales como la ONU han advertido del riesgo. En un artículo reciente, ONU Mujeres alertó que los mensajes que circulan en estas comunidades no son solo “bromas en internet”, sino semillas de violencia que pueden derivar en ataques como tiroteos, feminicidios o agresiones contra estudiantes.
En el caso del CCH, la conexión con la ideología incel quedó evidenciada: Ashton no solo participaba activamente en estos foros, sino que además buscó replicar las dinámicas de odio que ahí se difunden. La reacción de la comunidad incel al ataque —dividida entre burlas y elogios— confirma la necesidad de prestar atención a este fenómeno.
Para la UNAM y la sociedad mexicana, este hecho no debe verse como un caso aislado. Expertos advierten que la exposición constante a discursos violentos en línea, combinada con la falta de vínculos afectivos y la presión social, puede seguir alimentando este tipo de conductas entre jóvenes.
El reto no solo recae en las autoridades, sino también en padres de familia, maestros y comunidades escolares. Identificar señales de aislamiento, conductas misóginas y discursos de odio puede marcar la diferencia para evitar que internet se convierta en un campo de cultivo de violencia real.
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