El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó reimponer sanciones económicas contra Irán tras considerar que Teherán violó los acuerdos de 2015 sobre su programa nuclear. La medida, que entrará en vigor este fin de semana, afectará directamente al sistema bancario, financiero y petrolero de la nación.
La votación dejó clara la división internacional: mientras Reino Unido, Francia y Alemania argumentaron que Irán acumuló uranio enriquecido con fines no pacíficos, Rusia y China intentaron frenar la resolución proponiendo extender el acuerdo hasta 2026. Su iniciativa apenas reunió cuatro votos y dos abstenciones.
La embajadora británica Barbara Woodward declaró que “las sanciones se reimpondrán este fin de semana” y que aún existe la posibilidad de un acuerdo diplomático si Irán permite nuevamente el acceso de inspectores nucleares internacionales.
La tensión no es menor: expertos europeos estiman que Irán posee alrededor de 450 kilos de uranio enriquecido al 60%, cantidad suficiente para fabricar hasta 10 bombas nucleares. Ante ello, países como Estados Unidos e Israel sostienen que Teherán busca la bomba atómica, aunque el presidente iraní Masud Pezeshkian insiste en que su país “nunca ha buscado armas nucleares”.
En respuesta a la decisión de la ONU, el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Abás Araqchi, calificó las sanciones como “legalmente nulas y políticamente imprudentes”, y advirtió que Teherán podría expulsar a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica si continúan las presiones.
El escenario se complica aún más con el trasfondo geopolítico: Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, ya había bombardeado instalaciones nucleares iraníes en junio pasado, mientras que Rusia acaba de firmar con Irán un acuerdo de 25,000 millones de dólares para la construcción de cuatro nuevas plantas nucleares en Hormozgán.
La pregunta que queda en el aire es si estas sanciones lograrán frenar las ambiciones nucleares de Teherán o si solo profundizarán el aislamiento y la confrontación en una región que ya vive bajo máxima tensión.
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