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ONU reduce su personal en la COP30 por altos costos de alojamiento

Belém, Brasil — A pocas semanas de que comience la COP30 en esta ciudad amazónica, los organizadores y delegaciones enfrentan una presión creciente: hoteles con tarifas imposibles, escasez de cuartos y un riesgo real de exclusión para países de bajos recursos. La Organización de Naciones Unidas ya pidió que se limite el personal enviado para poder cumplir con la logística, mientras Brasil promete soluciones, pero algunos críticos creen que pueden llegar tarde.

Los precios de alojamiento en Belém se han disparado a niveles insostenibles para muchas delegaciones. Algunas cotizaciones de hoteles llegan a costar US$ 700 por noche, incluso más, mientras que unos pocos cuartos cuyo precio se ha limitado por el gobierno para países en desarrollo rondan los US$ 100-220 diarios. Aun así, estas tarifas siguen muy por encima de lo que muchas naciones pueden cubrir, especialmente cuando la ONU tiene asignados subsidios y asignaciones de viáticos modestos.

Otro problema es la capacidad: Belém solo tiene alrededor de 18,000 camas hoteleras disponibles habitualmente, pero se espera una asistencia de 45,000 participantes. Brazil ha prometido expandir la oferta mediante alquileres privados, buques de crucero como alojamientos flotantes, uso de escuelas públicas habilitadas, e incluso espacios construidos para la cumbre. Sin embargo, la logística sigue siendo un reto.

La ONU, a través de Simon Stiell, secretario ejecutivo de la CMNUCC, instó a organismos especializados, agencias y otras entidades vinculadas a las Naciones Unidas que revisen el tamaño de sus delegaciones y reduzcan al mínimo lo necesario. Esta llamada a recortar asistencia no se había visto en citas similares recientes, como la COP29 en Bakú.

Al mismo tiempo, algunas delegaciones de países pobres, ONG y periodistas temen que no puedan participar con plenitud, o que sus voces se vean marginadas por no poder costear hospedajes o transporte internos.

Brasil por su parte rechaza mover la sede del evento y asegura que hará todo lo posible para que Belém cumpla como anfitrión. Promete tarifas más accesibles para ciertos países, expandir las alternativas de alojamiento y mejorar infraestructura. Pero para muchos observadores, la preocupación no es solo logística: es sobre justicia climática y participación efectiva.

El escenario: una cumbre climática vital justo donde el Amazonas reclama atención — pero al costo de que quienes más sufren la crisis tengan dificultad para estar presentes.

 

 

 

 

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