Por Juan Pablo Ojeda
La mañana de este 15 de septiembre, Iztapalapa fue escenario de una tragedia que conmocionó a la Ciudad de México. Una pipa que transportaba 49 mil 500 litros de gas LP se volcó y provocó una potente explosión, dejando un saldo de 14 personas fallecidas, 39 hospitalizadas y 30 que ya fueron dadas de alta, según informó la Secretaría de Salud Pública de la capital.
El accidente ocurrió alrededor de las primeras horas del día y movilizó de inmediato a cuerpos de emergencia, brigadas de bomberos, Protección Civil y personal médico. Vecinos de la zona relataron momentos de pánico, con fuertes explosiones, llamas y nubes de gas que se elevaron sobre la colonia. La rapidez de los servicios de emergencia permitió atender a los heridos y controlar la situación antes de que se propagara a otras viviendas o comercios cercanos.
La Secretaría de Salud compartió a través de sus redes sociales los datos de las víctimas y los hospitales donde se encuentran internadas, mientras continúan las labores de atención a los afectados. Autoridades locales y federales revisan las causas del accidente y los protocolos de seguridad en el transporte de gas LP, para evitar que tragedias como esta se repitan.
Este hecho vuelve a poner sobre la mesa la importancia de reforzar la vigilancia y los controles en el traslado de materiales peligrosos dentro de la ciudad, así como la preparación de los cuerpos de emergencia para actuar con rapidez frente a incidentes de gran magnitud.
Vecinos y autoridades coinciden en que la respuesta inmediata fue crucial, pero la tragedia deja un recordatorio doloroso sobre los riesgos asociados al manejo de sustancias inflamables en zonas urbanas densamente pobladas.
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