Por Bruno Cortés
En México, la energía no es solo prender la luz o cargar el celular, es un tema de soberanía, de dinero y de futuro. Por eso, este año el Congreso se puso manos a la obra y metió mano en nada menos que 11 leyes secundarias. Entre las más sonadas está la de biocombustibles y la de planeación para la transición energética, que en palabras más claras significa: cómo dejar poco a poco los combustibles fósiles para movernos hacia energías más limpias.
Pero ojo, las reformas no fueron solo de trámite. Lo que hicieron los legisladores fue reforzar el papel del Estado en el sector, dándole más control a Pemex y a la CFE. En otras palabras, buscan que no todo dependa de empresas privadas o extranjeras, sino que la batuta la siga llevando el gobierno mexicano.
El punto es que México ya tiene compromisos internacionales para reducir los gases de efecto invernadero, esos que aceleran el cambio climático. Y aquí entra la pregunta clave: ¿cómo atraer inversión para generar energía sin destruir el medio ambiente y, de paso, mantener el control del Estado?
En este debate, la diputada de Morena, Tey Mollinedo Cano, puso las cartas sobre la mesa: la inversión extranjera es bienvenida, siempre y cuando respete las reglas del juego, cuide el entorno y contribuya al desarrollo social. No se trata de abrir la puerta a cualquiera, sino de que quien invierta lo haga pensando también en México.
Y es que el tema energético ya no se discute solo en clave nacional. México, Estados Unidos y Canadá saben que su prosperidad está entrelazada. De ahí que se hable de una “región energética fuerte y competitiva”, con innovación tecnológica, respeto a las comunidades y diversificación de fuentes. En otras palabras: no poner todos los huevos en la misma canasta del petróleo y el gas.
Para muestra, un botón: la empresa canadiense TC Energía lleva tres décadas en México y ha invertido 11 mil millones de dólares. Entre sus proyectos está el Gasoducto Puerta al Sureste, entregado en tiempo y forma, lo cual demuestra que la cooperación público-privada puede dar resultados positivos.
Al final, lo que se discutió en este encuentro bicameral no fue solo una lista de leyes o cifras de inversión. Fue el recordatorio de que la energía es uno de los pilares más delicados del país: sin ella no hay industria, no hay empleo y, claro, tampoco soberanía. Por eso, cada reforma y cada inversión cuentan, porque lo que está en juego no es solo prender el switch, sino encender el futuro de México.
Deja una respuesta