Por Bruno Cortés
En la Cámara de Diputados, el tema del día fue el Paquete Económico 2026, el documento donde el Gobierno Federal pone sobre la mesa cuánto piensa gastar, en qué lo va a destinar y cómo pretende recaudar ese dinero. Este paquete es clave porque de ahí salen las reglas del juego para todo el año siguiente: desde si habrá más inversión en programas sociales hasta cuánto costará la gasolina, el azúcar en los refrescos o los impuestos en la frontera.
Pero el problema es que esta vez la Secretaría de Hacienda se tardó en entregarlo, justo en el último día que marca la Constitución. Para el PAN, la oposición más fuerte en la Cámara, este retraso no es un simple descuido, sino lo que llamaron una “insólita informalidad”. Así lo dijo el coordinador del blanquiazul, Elías Lixa Abimerhi, quien advirtió que la tardanza abre la puerta a especulaciones: que si el documento no estaba listo, que si están parchando números, o que si hubo presiones de última hora.
El PAN insiste en que el país necesita certezas y no improvisaciones. Para ellos, retrasarse en un tema tan serio como el presupuesto no sólo siembra dudas, sino que también puede rozar la ilegalidad, porque la Constitución es clara: el 8 de septiembre es la fecha límite y no hay prórrogas posibles.
En el mismo tono, el diputado Héctor Saúl Téllez señaló que el retraso probablemente tiene que ver con ajustes en varios rubros sensibles: aduanas, impuestos especiales como el IEPS y el tema de bebidas azucaradas. Estos movimientos, explicó, cambian por completo las cuentas de ingresos y egresos, y eso obligó a Hacienda a hacer correcciones de última hora.
La oposición adelantó que revisará “con lupa” el contenido del Paquete. Sus principales preocupaciones son que no haya aumentos disfrazados en las tarifas aduaneras y que los nuevos ingresos realmente se destinen a lo que se promete. Por ejemplo, si se van a subir impuestos a refrescos y bebidas azucaradas, el PAN exige que ese dinero vaya directo a la salud y no se pierda en otros gastos.
El debate apenas comienza, pero la narrativa de la oposición es clara: un gobierno que se retrasa en algo tan fundamental como el presupuesto genera desconfianza. Y en política, la confianza es tan valiosa como el dinero que se discute en los números.
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