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“Hecho en México”: El sello que no solo adorna, sino impulsa a México desde la raíz

Por Bruno Cortés

 

En un país donde a veces la política suena a discursos lejanos y trámites eternos, hay momentos donde sí se conecta con lo que importa: el trabajo de quienes todos los días sacan adelante su negocio, su taller o su pequeña empresa. Esta semana, en el Congreso, se vivió uno de esos momentos. El presidente de la Comisión de Economía, Emmanuel Reyes Carmona, encabezó la entrega del distintivo “Hecho en México” a 36 empresarios que lograron cumplir con una serie de requisitos para presumir con orgullo que sus productos están fabricados, literalmente, con sabor, talento e insumos nacionales.

¿Y esto qué tiene de importante? Bueno, más de lo que parece. Este sello no es solo una estampita para hacer bonito el empaque de una miel, un mezcal o una artesanía. Es parte del Plan México, una política pública que busca que el país deje de depender tanto de las importaciones y le apueste en serio a producir lo que consume —y mejor aún— a venderle al mundo lo que sabe hacer bien: desde textiles hasta alimentos, pasando por el talento artesanal.

En el evento, llamado “Hecho en México: Por el Desarrollo Social”, estuvieron representantes de la Secretaría de Economía, legisladores, empresarios y hasta personal diplomático, porque este esfuerzo no es menor. Hablamos de una estrategia de desarrollo que quiere mover la economía desde abajo, empezando por quienes hoy producen en condiciones muchas veces desiguales, pero con toda la pasión de sacar adelante una marca propia.

Reyes Carmona lo explicó así: no cualquiera puede recibir este sello. Para obtenerlo, el producto debe cumplir con criterios de calidad y contenido nacional. Es decir, que lo que se hace en México, se haga con lo de México, y bien hecho. Esto no solo genera identidad, también fortalece cadenas de proveeduría, abre oportunidades para más empleos y da pie a que productos locales entren con fuerza al mercado internacional.

Y esto no es un capricho, es una estrategia de defensa económica. Viene el 2026 y con él, una renegociación del T-MEC, el tratado que tenemos con Estados Unidos y Canadá. En tiempos donde el proteccionismo de nuestros vecinos del norte va al alza —con tarifas, amenazas y medidas para proteger su mercado interno— México necesita una economía que se sostenga de pie por sí sola. De ahí que la diputada Paty Armendáriz, también presente en el evento, haya destacado que esta campaña no se trata solo de orgullo, sino de soberanía productiva.

El diputado Sebastián Ebrard Lestrade, por su parte, fue directo: el sello “Hecho en México” no es solo una etiqueta, es una declaración de identidad, de ingenio y de compromiso con la gente. Y tiene razón. Porque cuando un producto mexicano llega a otros países con ese sello, no solo viaja el objeto, también lo hacen los sueños de quien lo creó, la historia de quien lo trabajó y el esfuerzo de quienes lo hicieron posible.

Lo dijo también Fernando Coca, responsable del Corredor Económico del Bienestar en el Estado de México: este sello representa confianza, innovación y la grandeza de nuestra gente. No es solo una campaña institucional, es una señal de que se puede construir una economía con rostro local y aspiración global.

Y aunque todavía falta mucho camino por recorrer, lo cierto es que este paso marca el inicio de una narrativa distinta: donde las decisiones del Congreso y del gobierno sí llegan al terreno donde la gente produce, invierte, trabaja… y sueña. Al final, eso también es hacer política: acercar los grandes planes nacionales a las manos que los vuelven realidad.

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