Por Juan Pablo Ojeda
Este miércoles, la Casa Blanca se convirtió en el epicentro de la diplomacia internacional, en un evento sin precedentes recientes: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reunió a líderes europeos y de la OTAN para respaldar al presidente ucraniano Volodimir Zelenski, en medio de nuevos esfuerzos por alcanzar un acuerdo de paz con Rusia.
Desde temprano, desfilaron por la residencia presidencial figuras clave del escenario mundial: el secretario general de la OTAN Mark Rutte, la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, el primer ministro británico Keir Starmer, la primera ministra italiana Giorgia Meloni, así como los mandatarios de Finlandia, Alemania y Francia. Todos con una misión clara: cerrar filas con Ucrania, pero también escuchar las condiciones de paz que Trump pondrá sobre la mesa, influenciado directamente por su encuentro con Vladimir Putin en Alaska.
Trump, fiel a su estilo, no desaprovechó la ocasión para mostrarse como el arquitecto de una posible solución al conflicto, y lanzó desde su red Truth Social:
“¡Un gran día en la Casa Blanca! Nunca habíamos tenido a tantos líderes europeos juntos. Un gran honor para Estados Unidos”.
La pieza central del día es la reunión cara a cara entre Trump y Zelenski, donde el mandatario estadounidense le comunicará las condiciones que Putin estaría dispuesto a aceptar para cesar el fuego. Entre ellas, destaca la cesión de territorios ucranianos ocupados por Rusia, una propuesta que Kiev considera completamente inaceptable.
Además, Trump planteará posibles garantías de seguridad para Ucrania fuera de la OTAN, lo que representa un guiño directo al Kremlin. Esta postura, que evita el ingreso formal de Ucrania a la alianza atlántica, ha generado fricciones dentro de los aliados europeos.
Este respaldo diplomático a Zelenski llega justo después de que en febrero pasado, durante una tensa reunión, Trump lo acusara de “jugar con la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial” y de no agradecer lo suficiente el apoyo de Washington. La visita actual parece ser un intento de recomponer esa relación… o de ponerle condiciones claras.
Trump, como es costumbre, también aprovechó para arremeter contra sus críticos, medios de comunicación y opositores demócratas, defendiendo su liderazgo en la crisis:
“He resuelto seis guerras en seis meses… y aun así tengo que escuchar al Wall Street Journal decirme qué hago mal. No necesito consejos de quienes nunca resolvieron nada”, escribió.
Más allá del discurso y el espectáculo, lo que está en juego es enorme. Las propuestas de Trump apuntan a una solución pragmática, pero controvertida, que podría redefinir no solo el mapa geopolítico europeo, sino también su propia narrativa rumbo a una eventual campaña presidencial.
El mensaje es claro: Trump quiere mostrar que él puede lograr la paz donde otros fracasaron, aunque eso implique ceder terreno. Zelenski, por su parte, llega presionado, pero con el respaldo europeo intacto… por ahora.
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