El aceite de coco ha pasado de ser un ingrediente tradicional en ciertas cocinas tropicales a ocupar un lugar destacado en las dietas saludables y en la industria del bienestar. Sus defensores destacan su contenido de triglicéridos de cadena media (MCTs), un tipo de grasa que el organismo transforma en energía de forma más rápida que otros lípidos. Sin embargo, las evidencias científicas más recientes insisten en que su consumo debe ser moderado debido a su alta proporción de grasas saturadas y al impacto potencial en la salud cardiovascular.
Un análisis citado por Verywell Health y un estudio en JAMA coinciden en que aún no existe consenso sobre sus beneficios o riesgos cuando se incorpora a la dieta diaria. Si bien algunos trabajos indican que los MCTs podrían favorecer una ligera reducción de peso y grasa corporal, su densidad calórica elevada significa que un uso excesivo puede conducir al aumento de peso. Un metaanálisis de 2023 encontró reducciones pequeñas pero significativas en peso, índice de masa corporal y porcentaje de grasa en comparación con otros aceites, aunque los investigadores subrayan que se necesitan más estudios para confirmar estos resultados a largo plazo.
En el terreno cardiovascular, los hallazgos son igualmente mixtos. Por un lado, algunas investigaciones muestran que eleva el colesterol HDL (“bueno”), pero también hay evidencias de que incrementa el colesterol LDL (“malo”), lo que mantiene la preocupación entre cardiólogos. Las Guías Alimentarias para los Estadounidenses recomiendan que las grasas saturadas no superen el 10 % de las calorías diarias, mientras que la Asociación Americana del Corazón sugiere un máximo del 6 % para personas con riesgo cardíaco.
El aceite de coco contiene aproximadamente un 50 % de ácido láurico, al que se atribuyen propiedades antimicrobianas. Esto ha motivado su uso en prácticas como el oil pulling (enjuague bucal con aceite), que en ciertos estudios se ha relacionado con la reducción de bacterias y placa dental. No obstante, los especialistas insisten en que no sustituye el cepillado y el uso de hilo dental.
En cuanto a sus variedades, el aceite de coco virgen conserva un sabor intenso y tiene un punto de humo de 177 °C, ideal para recetas con identidad tropical, mientras que el refinado alcanza entre 204 y 232 °C, lo que lo hace más apto para frituras o salteados a alta temperatura. Puede utilizarse sólido o líquido, en horneados, salteados e incluso en repostería como sustituto de la mantequilla.
En conclusión, aunque el aceite de coco ofrece ventajas culinarias y ciertos beneficios asociados a sus componentes, la recomendación científica general es usarlo con moderación y dar prioridad a grasas insaturadas —como las presentes en aceite de oliva, aguacate o frutos secos— para mantener una buena salud cardiovascular.
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