Por Juan Pablo Ojeda
La dirigente nacional de Morena, Luisa María Alcalde, respaldó el llamado de la presidenta Claudia Sheinbaum para que los integrantes del partido y representantes del movimiento de la Cuarta Transformación (4T) adopten una política de austeridad, tras las críticas por los recientes viajes de diputados y funcionarios morenistas al extranjero.
Durante una conferencia de prensa, Alcalde Luján aclaró que los viajes realizados por Ricardo Monreal, actual diputado federal; Mario Delgado, secretario de Educación Pública (SEP); y Andrés Manuel López Beltrán, secretario general de Morena, fueron financiados con recursos propios y no con dinero público.
“En el pasado, el derroche, los viajes de lujo se hacían con el dinero público, con aviones privados, helicópteros, séquito de personas. Nosotros no somos iguales”, afirmó la dirigente al defender a los funcionarios.
Las declaraciones surgen luego de que la oposición acusara a los morenistas de incurrir en prácticas similares a las de gobiernos anteriores, señalando sus vacaciones en España, Portugal y Japón como actos de incongruencia con los principios del partido.
Alcalde subrayó que si bien estos viajes no representan ningún acto ilegal ni de corrupción, es fundamental actuar con congruencia, incluso en la vida privada.
“Coincidimos con la presidenta Claudia Sheinbaum de que todas y todos los dirigentes de Morena y los representantes populares debemos actuar siempre con el ejemplo”, afirmó.
En este contexto, reiteró el compromiso con las máximas juaristas de “vivir en la justa medianía” y de ejercer el poder “con humildad”, tal como lo ha solicitado la presidenta. No se trata de prohibir vacaciones, aclaró, sino de evitar el lujo y los excesos, incluso si se cuenta con recursos personales para costearlos.
“Puede haber dirigentes que tengan el dinero para comprar ropa de alta gama, joyas o relojes caros, pero no deben hacerlo por congruencia con nuestros principios”, añadió.
La polémica ha encendido un nuevo debate dentro del partido oficialista sobre la ética en la función pública, el uso de recursos personales y la coherencia entre el discurso político y el estilo de vida de los representantes del pueblo.
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