Por Juan Pablo Ojeda
Aunque la hepatitis C es una enfermedad curable en más del 90 % de los casos con los tratamientos actuales, en México sigue siendo un problema grave de salud pública. Con aproximadamente 600 mil personas infectadas, el país ocupa el cuarto lugar mundial en mortalidad por esta causa, según informó el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/Sida y Hepatitis (Censida).
Durante la presentación del Programa Nacional de Eliminación de la Hepatitis C, el director de Censida, Juan Luis Mosqueda, explicó que si bien no se puede erradicar por completo el virus —ya que no existe una vacuna y puede haber reinfecciones— sí es posible eliminarlo como problema de salud pública, es decir, reducir su impacto al mínimo posible.
“El objetivo no es erradicarlo ni controlarlo completamente, sino eliminarlo como amenaza de salud pública, como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, detalló Mosqueda. Para alcanzar esta meta, México debe diagnosticar al menos al 90 % de los casos existentes y tratar al 80 % de ellos.
Visita clave de la OPS y foco en la frontera norte
La estrategia mexicana se someterá a una evaluación en las próximas semanas por parte de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que visitará zonas prioritarias del país con alta incidencia de hepatitis C, particularmente en estados fronterizos como Baja California, Sinaloa, Chihuahua y Tamaulipas. Estas regiones enfrentan condiciones sociales complejas, incluyendo migración masiva y consumo de drogas inyectables, factores que aumentan el riesgo de transmisión del virus.
Un virus silencioso con impacto letal
Uno de los principales retos es que la hepatitis C puede ser asintomática por décadas, lo que impide que las personas sepan que la padecen hasta que ya hay complicaciones como cirrosis o cáncer hepático.
“El problema no está en la cura, sino en encontrar a quienes la tienen. Es una enfermedad silenciosa, que puede no presentar síntomas por más de 30 años”, alertó Mosqueda.
Rezagos y cifras críticas
Desde 2019, en México se han aplicado más de 4 millones de pruebas de detección de anticuerpos contra el virus. Sin embargo, solo 33 mil 931 personas han sido vinculadas a tratamiento, lo que representa apenas el 8 % del universo estimado de pacientes.
Según datos de Censida, los principales factores de riesgo asociados a la hepatitis C en México son:
-
Tatuajes o perforaciones sin medidas sanitarias (59.9%)
-
Uso de drogas inyectables (46.7%)
-
Consumo de drogas por vía nasal (46.5%)
Perspectivas rumbo a 2030
Aunque la meta internacional fijada por la OMS es eliminar la hepatitis C como problema de salud pública para 2030, autoridades y especialistas mexicanos como Nayelli Cointa, vicepresidenta del Comité Científico de la Fundación Mexicana para la Salud Hepática (Fundhepa), reconocen que el país probablemente no cumplirá con ese plazo.
“Vamos avanzando, pero es probable que no logremos la meta en 2030. Aun así, es importante seguir trabajando con constancia, sobre todo en las zonas más vulnerables y con mayor incidencia”, puntualizó.
Conclusión
México ha comenzado una carrera contrarreloj para detectar, tratar y reducir los efectos mortales de la hepatitis C, una enfermedad que puede prevenirse y curarse, pero que aún cobra miles de vidas al año. Las próximas acciones, como la visita de la OPS y la intensificación de campañas de diagnóstico gratuito, serán clave para acercarse a los objetivos sanitarios globales.
Deja una respuesta