Por Juan Pablo Ojeda
En la Cumbre sobre Inteligencia Artificial para el Bien Común que se celebra esta semana en Ginebra, la IA demostró que puede ser una herramienta poderosa para mejorar la vida de la gente. Desde taxis voladores hasta robots terapéuticos, pasando por un grupo de K‑pop formado por jóvenes con discapacidad auditiva y niños de países desfavorecidos creando soluciones con robots, el evento puso el foco en aplicaciones que benefician a los más vulnerables.
Organizada por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), y con más de 15,000 personas registradas, la cumbre abordó el uso de la IA para apoyar a víctimas de conflictos, desastres y poblaciones marginadas. El reto: demostrar que la tecnología no es solo una amenaza que genera desempleo o engaños, sino una herramienta inclusiva. Como dice Fred Werner, jefe de alianzas estratégicas de la UIT, se trata de “identificar aplicaciones prácticas que ayuden a resolver los problemas más apremiantes del mundo”.
Entre los temas explorados están los agentes autónomos, modelos generativos, interfaces cerebro‑máquina, vehículos autónomos y tecnología cuántica. Pero sin duda lo que más llamaba la atención en los pasillos era un taxi volador pilotado por IA, operando ya comercialmente en tres ciudades de China. Estos drones aéreos transportan pasajeros en envíos de hasta 15 minutos por unos 60 dólares, volando a 120 metros de altura. Ricardo Ortega, de Ehang Europa & Latinoamérica, explica que es “el único autorizado para llevar personas y que actualmente vuela muy por debajo de su capacidad”.
La cumbre también es escenario de demostraciones inspiradoras: Rodrigo Hübner Mendes, parapléjico, condujo un auto de carreras solo con el pensamiento, gracias a sensores que leen sus ondas cerebrales; Charlotte Henshaw, medallista paraolímpica, optimizó su entrenamiento mediante IA; y Big Ocean, el primer grupo de K‑pop con integrantes sordos, presentó una canción creada con IA que replica sus voces y hace su arte accesible para todos.
La falta de oportunidades también fue protagonista. 120 niños e inventores de 25 países pobres muestran hoy sus robots autónomos para respuesta a desastres, compitiendo por premios en diferentes categorías de edad.
La cumbre presenta también un hit tecnológico para el bienestar: Nuka, un robot terapéutico con forma de foca peluche que interactúa con pacientes con problemas de salud mental. Desarrollado por el japonés Takanori Shibata, Nuka se ha probado en múltiples estudios que demuestran su capacidad para reducir la ansiedad, estimular hormonas de bienestar y disminuir el uso de fármacos en personas mayores y con afecciones neurológicas.
Con más de 100 sesiones donde participan líderes, gobiernos y tecnólogos, la cumbre concluye este viernes con una pregunta central: ¿puede la IA cerrar las brechas de desigualdad en lugar de agrandarlas? Por lo que se ve en Ginebra, hay razones para creer que sí.
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