Ciudad de México, 8 de diciembre de 2020.-Sus historias se suman a las miles de experiencias de soldados que han sido testigos, participes y víctimas de un sinfín de hechos violentos desde el inicio de la guerra contra el crimen organizado declarada en diciembre de 2006.
A esto se agregan las condiciones laborales de estar sometidos al rigor, disciplina y la presión que implica formar parte del Ejército; el distanciamiento familiar; divorcios y los diagnósticos de estrés postraumático, depresión y ansiedad.