• 2 de mayo de 2024 02:39

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Palabras de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, durante la Primera Sesión Ordinaria 2021 del Sipinna

CDMX 07/07/2021.- Saludo con muchísimo gusto a los integrantes del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes. A mis compañeras y compañeros del gabinete del Gobierno de México; a los representantes de los poderes ejecutivos de las diversas entidades federativas.

 

A los legisladores, a los representantes de los poderes judiciales, de los órganos autónomos, de los sistemas DIF de todo el país, y a las secretarías ejecutivas de Sipinna locales.

 

A las organizaciones de la sociedad civil que nos acompañan y a quienes agradecemos muchísimo todo lo que han aportado y todo el esfuerzo, y que integran el Consejo Consultivo del sistema.

 

A las y los invitados permanentes y a los especiales.

 

Señoras y señores

 

En este momento en el que nos encontramos reunidos, niñas, niños y adolescentes mexicanos, muchos de ellos no han desayunado. Mientras hablo muchos están siendo víctimas de las más diversas expresiones de violencia como es lo es la trata en todas sus modalidades, el abuso, y la explotación sexual y laboral; la violencia doméstica, el reclutamiento forzado y la falta de oportunidades, solo por mencionar algunas formas en las que diariamente son violentadas, son violentados nuestras niñas, niños y adolescentes.

 

Aunque el matrimonio y el embarazo infantil se han combatido con seriedad y éxito –diría yo– en esta administración, lo cierto es que las niñas siguen siendo madres a muy temprana edad y se siguen uniendo en pareja, algunas inclusive en contra de su voluntad.

 

Ahora mismo niñas y niños en situación de movilidad se encuentran en nuestro territorio buscando seguridad y mejores oportunidades de vida. Nosotros como Estado estamos obligados a darles la protección que se merecen.

 

En pleno 2021, niñas y niños en situación de pobreza o de comunidades aisladas mueren por enfermedades prevenibles o curables. Desde muy temprana edad se levantan al alba para trabajar en las ladrilleras, en los rellenos sanitarios, en el campo, en las calles, arriesgando su integridad y su salud, lo que además rompe con cualquier posible proyecto que les permita aspirar a una vida mejor.

 

Desde el Gobierno reconocemos esta situación, y reconocemos nuestras responsabilidades, no las eludimos. Sabemos que como personas servidoras públicas estamos obligadas a garantizar los derechos humanos de todas nuestras niñas, niños y adolescentes. El respeto a todos sus derechos.

 

Y estamos conscientes que esta es una obligación prioritaria e inaplazable. Sabemos que estamos en deuda con nuestra niñez y con nuestra adolescencia, pero los problemas que enfrentamos en este campo son muchos, son muy añejos, y muy complejos y complejos.  Casi todos los venimos arrastrando desde hace siglos y con motivo de la pandemia se complicaron exponencialmente.

 

Hemos conseguido logros, sin duda, y logros importantes, sí. Hemos avanzado, pero no podemos negar que nos falta un larguísimo camino por recorrer.

 

Enfrentar el reto de manera más anérgica es un compromiso ineludible y es un compromiso que nos tomamos con mucha seriedad. Dar resultados en los temas más sensibles relacionados con la niñez y la adolescencia es una de nuestras prioridades más importantes.

 

Y estamos conscientes que la única forma de alcanzar una transformación profunda para este grupo de población en situación de vulnerabilidad requiere de una visión de Estado, de gobernabilidad, de interlocución y adecuadas articulaciones y coordinación, todo bajo el irrestricto respeto a los derechos humanos.

 

Con honestidad les digo que en esa dirección está encaminada la fuerza de este gobierno.

 

Sin duda, todo es perfectible y los cambios a veces son convenientes, siempre que se hagan a fin de fortalecer el modelo de articulación y sin perder de vista que la atención a la niñez y la adolescencia es y seguirá siendo el asunto de la mayor trascendencia pública y política en nuestro país.

 

Todos conocemos de historias de niñas, niños y adolescentes en situación de pobreza, de orfandad, hoy por el crimen también, que se quedan huérfanos, hoy por la pandemia también que se quedan huérfanos y que diariamente vemos que enfrentan estas duras condiciones de vida y, sin embargo –porque así son los niños– conservan su alegría, conservan su fe y eso es algo que debemos preservar.

 

Ellos son nuestro aliento y en ellos deben estar cifradas todas nuestras esperanzas. Son, sin duda alguna, la generación y el futuro de nuestro país; debemos cuidarla, debemos preservarla, debemos proteger sus derechos.

 

Las metas a alcanzar no son nuevas; todos las conocemos y consisten en que los niños, niñas y adolescentes en nuestro país reciban una buena alimentación, que se les garantice su derecho a la salud, al estudio, al juego, al deporte; que puedan crecer en ambientes sanos y seguros.

 

Que tengan todos la oportunidad de diseñar su proyecto de vida; en síntesis, que sean protegidos en la integralidad de sus derechos.

 

No es ser ambiciosos, es ser también realistas. Sabemos que el reto es inmenso, que está lleno de dificultades, pero nuestro compromiso es serio, en las estrategias que desde el sistema se están diseñando, yo quiero compartirles que si son viables.

 

Estamos conscientes (inaudible) a nuestra disposición buenas herramientas, por ejemplo, tenemos una herramienta formidable, la ley general, la ley general que nos rige, que se construyó desde una nueva lógica de articulación interinstitucional y la visibilidad de que el sistema de protección integral ha dado a las problemáticas de niñas, niños y adolescentes.

 

Y así entonces, esta ley puso el tema en la agenda nacional y representó un cambio paradigmático que los reconoció como sujetos de derecho, no, no, nunca más como objetos de protección, como sujetos plenos de derecho.

 

El apoyo permanente de la sociedad civil –que están ustedes aquí presentes– siempre ha sido notable y, sobre todo, en este tema, pero como integrantes del sistema sus representantes le dan fuerza y le dan una fuerza monumental.

 

Hoy quiero invitar a mis compañeras y compañeros de los tres órdenes de gobierno, de los tres Poderes de la Unión, como personas servidoras públicas a que cada día cuando entremos a nuestras oficinas recordemos que somos, sí, personas servidoras públicas y que en la medida de nuestras atribuciones nos debemos a nuestra niñez.

 

Quiero también –por supuesto– en el marco de un absoluto e irrestricto respeto, hacer una respetuosísima sugerencia a los gobernadores, alcaldes y legisladores electos para que se comprometan con el tema, que en sus labores de transición privilegien la continuidad de las agendas de niñas, niños y adolescentes.

 

Por lo que a mí respecta, quiero compartirles que la causa que hoy nos reúne me inspira, me impulsa y me impulsa todos los días y no solamente como una responsabilidad propia de mi actual investidura y posición como secretaria de Gobernación, sino que es un proyecto personal mío.

 

Es un proyecto mío de vida también al que me he entregado desde que era yo muy pequeña y que ha estado siempre presente en los ámbitos de mi trayectoria profesional.

 

Hoy quiero decir desde esta trinchera, que con el apoyo de todos ustedes estamos poniendo al servicio de la niñez y adolescencia en nuestro país, toda la maquinaria institucional del Gobierno de México.

 

Muchas gracias, muchas, muchas gracias a todos y a todas ustedes por haberme escuchado.

Por admin

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