• 2 de mayo de 2024 22:20

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Los cien años de Ulysses

Por Salvador Mendiola

CDMX a 2 de febrero, 2022 (Noticias de México).- El colofón de la primera edición de la novela Ulysses de James Joyce tiene el 2 de febrero de 1922 como fecha de publicación del libro. Ese día su autor, un neurótico con los números (y otras cosas) cumplió 40 años de vida. Se cumple un siglo de la aparición pública como libro de esa novela, que bien se puede considerar la “última novela” de la historia de la literatura; porque lo que desde entonces se produce como novela equivale a la luz de una estrella que se apagó por completo en 1929, precisamente cuando el mismo James Joyce publicó la novela Finnegans Wake. Fue el cierre de un ciclo para la literatura burguesa. También hoy James Joyce estaría cumpliendo 140 años. Pero él murió el 13 de enero de 1941, un mes antes de llegar a los 60, en medio de la segunda guerra mundial del siglo pasado; así que lleva 81 años de muerto. Comienza a ser inmortal, precisamente por esta novela ejemplar.

¿Por qué es la “última” novela? Porque lleva la forma-novela, sostén del género, hasta sus límites. Querer llegar más lejos significa terminar con la forma-novela, crear de verdad una forma nueva por completo de escritura. Y en eso está ocupada la escritura de vanguardia del momento presente. Lo demás es aceptar las reglas y los límites del género, jugar con la forma-novela, como lo hizo de manera también ejemplar Umberto Eco con El nombre de la rosa.

El texto de Ulysses, la forma como está escrita la novela, hace posibles en su contenido todas las figuras de la literatura, en un espectro histórico que abarca más de mil quinientos años de historia de la actual lengua inglesa en la que escribe Joyce.

Esta novela de Joyce es un escrito sobre la escritura en general y muy en especial sobre la escritura de novelas, documentos que juegan con la realidad y la ficción situándose en el terreno de la fantasía y no el del relato documental de los hechos. Y por esta razón de carácter experimental Ulysses es un libro difícil de leer. No está mal escrito, sino todo lo contrario, es un libro tan bien escrito que pide lecturas igual de portentosas. Algo análogo a lo que ocurrió cuando se publicó la novela Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes. La literatura es un medio cultural fabricado para expander la imaginación y el pensar, un medio para hacer evolucionar la conciencia humana y su responsabilidad ante la historia.

La trama de Ulysses de Joyce es quizá lo menos significativo del libro. Nos narra un día en la vida de sus tres personajes principales, de quienes tratan con ellos y de la ciudad de Dublín, Irlanda. La fecha es muy precisa y simbólica, el jueves 16 de junio de 1904. Joyce eligió ese día para el relato de su novela porque fue el primer día que salió con la mujer que sería su esposa y sin duda el amor pasional de su vida, Nora Barnacle.

Una de las tres personas que tejen la trenza del relato es Leopold Bloom, un judío de 38 años, que trabaja como publicista mediocre en un diario de la ciudad; otro es Stephen Dedalus, un poeta gris de 22 años, que ha regresado de París a Dublín por la muerte de su madre y que por causa de ese duelo y su definitivo desconcierto existencial no sabe cuándo podrá volver a salir de allí; y la tercera protagonista de la historia que se nos cuenta, la más misteriosa y probablemente la menos mediocre de todos los demás, la más difícil de entender e imaginar, es Marion Bloom, la esposa de Leopold.

Como es una historia de gente gris y mediocre, siempre en definitiva predecible, lo que se pudo convertir en un vodevil de maridos cornudos y esposas infieles con poetas románticos, se presenta como suele ser la realidad, sin ninguna consecuencia grave ni contundente. Eso es todo. Y así ella, mejor conocida y nombrada en el texto como Molly Bloom termina en la noche de ese día masturbándose con su marido borracho dormido al lado; mientras que hace unas horas Stephen regresó ebrio a la noche de Dublín, para perderse en las sombras de la noche y no volver a ser recordado jamás. Tal es el cuento que nos arma la novela.

Donde la obra destruye la mediocridad de lo que narra es en la manera como lo narra, una manera por completo original e irrepetible. Pura escritura libre liberándose y liberando las lecturas e interpretaciones. No significa, es. Y para estructurar la narración modernista de dieciocho horas en la vida de estas tres personas en realidad comunes y corrientes, Joyce recurre al mito de la Odisea de Homero. Toma un texto épico griego clásico, de hace dos mil años, la narración de diez años de viaje de la aventura de Ulises y su regreso a Ítaca al terminar la guerra de Troya, y nuestro autor lo revive con gran ironía en un solo día de la vida de esta gente en apariencia sin chiste, gente de la que generalmente nadie hablaba en el arte.

Su importancia como novela se puede ver en la manera como ese relato hace intervenir a la ciudad de Dublín, no como escenario, sino como personaje central del relato. Nos narra un momento de la conflictiva historia de Irlanda, empleando esa ciudad como emblema alegórico. Un espíritu platónico. Por ello la cuestión de la comida también juega un papel importante en lo que se cuenta de ese día, pues esa presencia funciona como señal indirecta de lo que han significado las hambrunas de Irlanda y las huelgas de hambre de sus luchadores para independizarse del Reino Unido. También Ulysses de Joyce es una novela importante por su forma de hacer feminismo sin recurrir al panfleto ni a la novela rosa, porque ya se dijo Molly Bloom es el personaje que trasciende lo mediocridad predominante, y al final del relato parece estar accediendo a una mejor forma de conocerse a sí misma, de allí la importancia ética y política de su “Sí” al final del libro, un signo altamente auto-afirmativo y liberador.

Pero, entonces, ya se dijo que lo trascendente en esta novela, que llega a los cien años de haber sido publicada, radica principalmente en la forma como está escrita; porque la esencia de esta novela no se encuentra en lo que permiten imaginar las palabras, lo narrado, sino en la forma concreta como lo dicen en el espacio de la página, lo escrito y quien lo narra. La maquinaria textual de la novela está dividida en tres partes y cuenta con dieciocho capítulos, cada uno escrito en un estilo diferente y desde puntos de vista también diferentes, incluido el de las cosas. De allí la dificultad para traducirla a otras lenguas, porque en su lengua inglesa original la lectura de esas palabras de James Joyce en voz alta realmente suena a música, algo tan poderoso que no requiere ser entendido lo que se dice para poder gozar con lo que se escucha. Prueba de ello es el Homenaje en música electrónica que compuso Luciano Berio para James Joyce. Tal es el efecto asombroso y profético de la escritura de Joyce, un autor paciente, que ha sabido esperar sin prisa a la generación que lo leerá del modo superior que su texto demanda, apoyando la lectura en la información infinita que nos aporta de inmediato la Internet por medio de sus aparatos buscadores.

¡Felices cien años, Ulysses de Joyce! ¡Que tengas un porvenir de milenios!

 

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