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La CDMX podría quedarse sin muchos de sus árboles por la voracidad inmobiliaria y las plagas

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Nov 10, 2022 #_CDMX, #_ecología, #_plagas
Por Karen Fabian
CDMX, 10 de noviembre del 2022.- El 60% de los árboles de la zona urbana de la Ciudad de México podría desaparecer en 10 años. A pesar de sus beneficios ambientales, sociales y económicos, esta urbe se encuentra por debajo del promedio mundial de cobertura arbórea por ciudadano. Los desarrollos inmobiliarios descontrolados y las plagas amenazan cada día más las áreas verdes.
Cerca del 60% del suelo de la capital más grande de América Latina es de conservación, lo cual significa que se pueden encontrar árboles en las zonas rurales, pero también en las calles y avenidas, explica José Carlos Martínez Hernández, director de la organización Reforestamos México.
El problema, dice, son los insectos o plagas que están acabando con los «pulmones verdes» de la capital mexicana. En un bosque, este tipo de organismos se encuentran con barreras naturales, pero en las regiones urbanas los obstáculos para que se reproduzcan son menores.
Uno de los grandes retos que enfrentan los árboles en la Ciudad de México es que están siendo mal podados, mal cuidados y, por si eso no fuera suficiente, padecen estrés por las construcciones y por la contaminación, cuenta Martínez Hernández.
«Las plagas y enfermedades se presentan porque esos árboles no tienen un buen manejo. Si el árbol estuviera sano podría combatir la plaga, sabría cómo sobrevivir, pero el problema son las condiciones en las que tenemos a los árboles», comenta el experto.
El doctor David Cibrián Tovar, especialista en Diagnóstico, Manejo de Plagas y Manejo Integral Fitosanitario de la Universidad de Chapingo, explica que la presión demográfica de la megaurbe afecta la salud de los árboles por las condiciones en las que se ven obligados a crecer.

«[Los árboles] están creciendo en ambientes modificados con pocos espacios para su raíz, con aspectos de contaminación a nivel de raíz de diferente tipo […], todos expuestos a la contaminación del aire, que es uno de los grandes problemas de la ciudad», detalla el especialista.

Los árboles no son la prioridad

La falta de cultura sobre la importancia de los árboles, coinciden ambos expertos, es otro de los problemas que padecen estos seres vivos, que muchas veces son plantados en camellones y banquetas, incluso en jardines o al interior de las casas, sin tomar en cuenta las dimensiones necesarias para su correcto desarrollo.
Además, muchos son plantados cerca de bardas, cubiertos de concreto o en zonas donde hay cantidades impresionantes de tuberías, que van lesionando sus raíces. Entonces, «de repente ves árboles creciendo en los muros o que salen en medio de la banqueta y dices: ¿Cómo le hacen estos árboles? Son increíbles para sobrevivir», dice el director de Reforestamos México. Sin embargo, afirma, el problema radica en que el árbol siempre está pensado al último: cuando la gente diseña las ciudades, no piensan en los árboles.
«Los árboles que viven en un ambiente citadino tienen que crecer a pesar de todo eso […]. Hay una susceptibilidad mayor en los árboles de las áreas urbanas que en los ambientes naturales», precisa David Cibrián.
Martínez Hernández comenta entre risas que los árboles son plantados en un espacio de «un cuadrito», en donde muy probablemente no podrán desarrollarse. «Luego se terminan comiendo las banquetas o las bancas que hay alrededor», lo que provoca que la ciudadanía solicite que sean derribados o, en el mejor de los casos, podados. Sin embargo, las podas que se realizan son muy agresivas y dejan a los árboles muy debilitados, no respetan la cantidad mínima de follaje que deben tener las copas y, con ello, el árbol no tiene la manera de producir la energía para seguir haciendo los nutrientes. «Luego, creciendo ya lo que es el tronco del árbol, la gente les pone tendederos, clavos, hasta chicles. Entonces el árbol va a encontrar la manera, lo va a cubrir, pero está gastando energía en cuestiones que no debería».
«Bajo esas condiciones son las que se estresa el árbol, sumándole el tema de la contaminación, toda la polución que tiene el árbol que absorber y filtrar […], y cuando llegamos a tener estas lluvias de agua contaminada, también terminan dañando al árbol», explica el especialista.
Con todo, algunos de los enemigos naturales se han adaptado a la contaminación y se pueden observar parasitoides depredadores que están haciendo su función de protección en el ambiente citadino de la capital, de acuerdo con David Cibrián. Sin embargo, «hay plagas en la ciudad, patógenos en los árboles de la ciudad» y «si usted me dice, ¿cómo es que llegaron aquí? Era cuestión de tiempo, yo lo percibía desde hace años que el problema iba a llegar a la Ciudad de México e iba a ser catastrófico».

Las plagas enemigas

Este año, la emblemática palma canaria de la avenida Reforma, una de las principales vialidades de la capital, falleció por amarillamiento letal, una enfermedad provocada por un fitoplasma que transmite un insecto originario de Centroamérica y que ahora recorre los litorales mexicanos a través del Pacífico y del Golfo. El Gobierno de Claudia Sheinbaum realizó una consulta para que fuera la ciudadanía quien decidiera con qué sustituir a la palma, símbolo de los habitantes de la Ciudad de México desde hace décadas. Fue así como, en su lugar, se colocó un ahuehuete, una especie que requiere agua permanente para subsistir y que en la glorieta donde fue plantado no podrá obtener, «además esa especie es del norte del país, debería de haber sido un ejemplar de aquí mismo, de nuestro ahuehuete local», comparte Cibrián.
El experto de la Universidad de Chapingo, que fue testigo de la presencia de este organismo en palmas de la ciudad de Morelia, cuenta que los ataques por fitoplasma se pueden combatir con inyecciones de bactericidas, aunque, a la larga, una palma infectada está condenada a la muerte. «Tendría que estar inyectando cada tres meses durante los años de vida que quiera tener a la palma, lo cual es imposible. Es lamentable que no podamos hacer gran cosa por las palmas que tenemos en la Ciudad de México». Aunque reconoce que «todavía hay camellones con palmas sanas, el problema está generalizándose a una intensidad muy alta».
Si bien la muerte de palmas por amarillamiento letal es un problema generalizado en el altiplano mexicano, en la Ciudad de México existen otros patógenos, como el muérdago, que afectan de forma diferenciada al arbolado. Así, «una situación es el fresno, otra situación es el cedro blanco, otra situación son los sauces o los ahuejotes de Xochimilco, cada uno de estos árboles tiene su propia problemática y es más o menos específica». Un ejemplo es el descortezador de cedro blanco, un insecto secundario que tiene una alta prevalencia en la Ciudad de México y que mata muchísimos árboles. También hay un problema de amarillamiento en el cedro blanco, «en el cedro que le llaman cedro panteonero», que es atacado por hongos «oportunistas» que llegan porque el árbol ya está debilitado por las pésimas condiciones en las que se desarrolla.
«En el caso del fresno pasa lo mismo, ya no tenemos. Antes existían fresnos gigantescos, ahora ya no, son fresnos que levantan 15, 20 metros, antes eran árboles de 35 metros, todavía en Xochimilco hay, pero ya no existen. ¿Por qué? Porque los insectos están causando una declinación, una muerte descendente lenta, gradual, permanente, por las condiciones de raíz en donde están estos árboles, que necesitan una mejor condición de crecimiento para que puedan expresar su propia resistencia», explica.
A pesar de todo, el académico está convencido de que los árboles no se van a extinguir en la capital mexicana, pues «han estado aquí con nosotros, siguen estando, seguirán estando y tendremos que atenderlos de mejor manera, pero de plano no en una opinión de ese talante […], yo en lo personal no estoy de acuerdo con esa visión, estoy de acuerdo con la visión de atención para tener una mejor calidad de paisaje, para que los árboles ofrezcan mejor todos sus beneficios de una manera más intensa, mejor organizada».
Con información de Sputnik News

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