CDMX a 20 de febrero, 2024.- En un mundo cada vez más dependiente de la inteligencia artificial (IA), Brad Smith, presidente de Microsoft, ha hecho un llamado urgente a la regulación de esta tecnología. Durante un evento en Bruselas, Smith enfatizó la necesidad de controles más fuertes a medida que la IA se vuelve más poderosa, una postura que Microsoft ha reiterado en diversos foros internacionales.
Microsoft ha propuesto un plan de acción de cinco puntos en línea con la Ley de IA de la Unión Europea, buscando garantizar la seguridad y los derechos fundamentales, y al mismo tiempo, fomentar la innovación y la competitividad global de Europa.
La compañía también apoya el desarrollo de un Código de Conducta voluntario de IA que establezca estándares internacionales no vinculantes sobre la transparencia y la gestión de riesgos.
Amnistía Internacional ha señalado que la regulación de la IA debe ser jurídicamente vinculante y considerar los riesgos documentados que la IA puede acarrear para las personas afectadas, incluyendo la vigilancia masiva y la discriminación.
La organización destaca la importancia de prohibir sistemas incompatibles con los derechos humanos y cerrar lagunas que permitan eludir las regulaciones.
KPMG, por su parte, subraya la importancia de la transparencia y la claridad en el control de la IA, proponiendo un marco para entender los algoritmos y gestionar el ciclo de vida de la IA de manera consciente.
Este enfoque busca generar confianza en la calidad de las decisiones adoptadas por sistemas de IA y fomentar la innovación responsable.
El Secretario General de las Naciones Unidas ha enfatizado que el desarrollo de una IA que beneficie a todos requiere de límites basados en los derechos humanos, la transparencia y la rendición de cuentas.
Se insiste en la necesidad de un consenso global sobre las normas que guíen el uso de la IA para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El mensaje de Brad Smith es claro: la regulación de la IA no es un fin, sino un camino que requiere la colaboración de todos los sectores para garantizar que el avance tecnológico no comprometa la seguridad y los derechos fundamentales. La industria tecnológica, los gobiernos, la academia y la sociedad civil deben unirse en un diálogo sólido y saludable para navegar el futuro de la IA con prudencia y responsabilidad.
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