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El día que los capitalinos probaron el pan por primera vez

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Sep 18, 2020

México a 18 de Septiembre de 2020.- (Vive la experiencia).-Un elemento culinario que desde hace cientos de años llegó a formar parte del día a día de los mexicanos.

En México, uno de los elementos que no pueden faltar en la mesa es el pan. El dulce aroma de cuando está recién horneado en los cientos de locales de la urbe es exquisito. Sin duda, un olor clásico y entrañable que permea la identidad gastronómica de diversos sitios alrededor de la capital.

Lo anterior es algo que muchos pueden imaginar, pero la historia que no se conoce es de cómo el pan llegó a nuestra ciudad. Sorprenderá a algunos saber que fue justo tras la caída de Tenochtitlán, en 1522 gracias a un hombre llamado Juan Garrido. Héctor de Mauleón narra, en su escrito La ciudad que nos inventa, que a partir de aquel momento, la Ciudad de México fue oficialmente fundada.

Garrido fue conocido como un conquistador nacido en África y que más tarde emigró a Lisboa. No pasó mucho para que llegara a Sevilla como un negro horro (como se les conocía a los esclavos que gozaban de absoluta libertad). A principios del siglo XVI, se unió a las expediciones hacia el Nuevo Mundo. Finalmente (no se sabe bien cómo o por qué) apareció entre las tropas de Hernán Cortés, con rumbo a nuestro país en 1520.

Después de las lúgubres batallas en México-Tenochtitlán, los españoles comenzaron a recibir diversos productos desde el puerto de Veracruz. Así fue como Cortés le encomendó la tarea de limpiar los granos de arroz que arribaban. Por esto encontró en alguno de los sacos tres granos de trigo, los cuales no dudó en sembrar de inmediato.

Así fue como el pan surgió en México, y los españoles pudieron saborear de nuevo aquella delicia igual que en su tierra natal. Hernán Cortés ordenó que se empezara a vender el producto en la plancha de la Plaza Mayor. Así que se puede decir que la primera panadería de nuestra ciudad, yacía en el corazón y punto más importante de la misma.

Los vendedores, también españoles, decidieron crear una imagen para que todos los capitalinos pudieran asociarlos con el pan y no otro producto. Y con ello, nació la imagen de un vendedor con una gran canasta sobre su cabeza desbordándose con pan. Una imagen que cualquier capitalino puede relacionar con la idea de que un vendedor de pan se acerca por el simple y sublime aroma que lo acompaña.

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