CDMX, 1 de abril del 2022.- La evangelización de México como pilar de un nuevo orden social. Tras la conquista militar sobre el imperio azteca llegó la conquista de las almas. El mismo Hernán Cortés hizo levantar un templo a Santiago, patrono de la Reconquista en España, sobre el templo prehispánico en la Plaza de las Tres Culturas. Y un ejército vestido con hábitos de monje y armado de crucifijos emprendió la tarea monumental de convertir al indígena al cristianismo.
Franciscanos, agustinos, carmelitas, jesuitas, dominicos. Cada orden trajo su manera de entender la fe. Los franciscanos fueron los primeros en llegar y construyeron fortalezas austeras de enorme belleza en el centro, en Iztacalco, en Tlalpan, en Coyoacán y en Xochimilco, donde se mantiene viva la tradición del Niñopan. En San Andrés Mixquic, el antiguo templo agustino es hoy escenario de una de las Noches de Muertos más mágicas de la ciudad. Los agustinos adornaron sus conventos con finos murales, como es el caso de Culhuacán. También llegaron los carmelitas al centro y alzaron el magnífico retiro en naturaleza que es el exconvento del Desierto de los Leones. En La Profesa, obra de los jesuitas, una extraordinaria pinacoteca de la época virreinal. También son de gran interés los retablos del templo de Regina Coeli, de las monjas de la Concepción.
Los templos de la nueva fe se edificaron sobre las ruinas de los templos aztecas, como fue el caso de la Catedral, edificada sobre el antiguo Templo Mayor. Los lugares donde se rendía culto a la diosa madre continuaron siendo lugares sagrados, dedicados a María. Así pasó en la mismísima Basílica de Guadalupe.
