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El lago escondido cerca de CDMX donde el otoño pinta paisajes mágicos

A poca distancia de la Ciudad de México existe un rincón natural que parece salido de un cuento. Rodeado de bosques de pino, encino y oyamel, el Parque Nacional Lagunas de Zempoala es uno de los lugares más encantadores del centro del país, especialmente durante el otoño, cuando el follaje adquiere tonos dorados y cobrizos que se reflejan en el espejo de sus aguas tranquilas.

Este santuario natural se extiende entre los estados de Morelos y el Estado de México, y debe su nombre al náhuatl Zempoala, que significa “veinte lagunas” o “muchas lagunas”. En realidad, el complejo está conformado por siete cuerpos de agua, de los cuales tres son permanentes —Tonatiahua, Acoyotongo y Zempoala— y cuatro intermitentes: Hueyapan, Acomantla, Quila y Compila. Juntos crean un paisaje de ensueño en el que el aire fresco, la neblina matinal y el canto de las aves componen una atmósfera mágica.

Decretado Parque Nacional en 1936, este espacio fue protegido por su gran valor ecológico y cultural. El bosque cumple funciones vitales para la región, como la captura de carbono, la conservación del suelo y la recarga de acuíferos, además de albergar una importante diversidad de flora y fauna. Es hogar de especies como el venado cola blanca, el zorro gris, el teporingo y una gran variedad de aves.

Qué hacer y cómo llegar a las Lagunas de Zempoala?

A poca distancia de la Ciudad de México existe un rincón natural que parece salido de un cuento. Rodeado de bosques de pino, encino y oyamel, el Parque Nacional Lagunas de Zempoala es uno de los lugares más encantadores del centro del país, especialmente durante el otoño, cuando el follaje adquiere tonos dorados y cobrizos que se reflejan en el espejo de sus aguas tranquilas.

Este santuario natural se extiende entre los estados de Morelos y el Estado de México, y debe su nombre al náhuatl Zempoala, que significa “veinte lagunas” o “muchas lagunas”. En realidad, el complejo está conformado por siete cuerpos de agua, de los cuales tres son permanentes —Tonatiahua, Acoyotongo y Zempoala— y cuatro intermitentes: Hueyapan, Acomantla, Quila y Compila. Juntos crean un paisaje de ensueño en el que el aire fresco, la neblina matinal y el canto de las aves componen una atmósfera mágica.

Decretado Parque Nacional en 1936, este espacio fue protegido por su gran valor ecológico y cultural. El bosque cumple funciones vitales para la región, como la captura de carbono, la conservación del suelo y la recarga de acuíferos, además de albergar una importante diversidad de flora y fauna. Es hogar de especies como el venado cola blanca, el zorro gris, el teporingo y una gran variedad de aves.

Más allá de su belleza natural, las Lagunas de Zempoala también tienen un profundo significado espiritual. Durante siglos fue considerado un sitio sagrado por pueblos originarios, que lo vinculaban con el agua, la fertilidad y la vida. Hoy, ese legado convive con su papel como centro de recreación y ecoturismo, ideal para quienes buscan desconectarse del ritmo urbano.

Entre sus principales actividades destacan el senderismo, el ciclismo de montaña, los paseos a caballo, el rappel y el alpinismo. Desde las alturas se pueden admirar panorámicas impresionantes del valle y del bosque. También hay zonas para acampar, remar en lancha, volar papalotes o disfrutar un día de campo en familia. En los alrededores se encuentran pequeños puestos donde se ofrecen antojitos típicos como gorditas, quesadillas y pozole, perfectos para acompañar con un atole caliente.

La magia del lugar también se refleja en sus leyendas. Una de las más conocidas cuenta la historia de Zempoatl, una joven de singular belleza que murió de tristeza al perder a su gran amor. Se dice que las lágrimas derramadas por su familia dieron origen a las lagunas, que hasta hoy guardan la melancolía de aquel amor imposible.

Ubicado a más de 3,000 metros sobre el nivel del mar, el parque goza de un clima frío, especialmente por las noches y en las primeras horas del día, por lo que se recomienda llevar abrigo. Su cercanía con Cuernavaca, conocida como la “ciudad de la eterna primavera”, facilita el acceso a servicios y hospedaje para quienes deseen pasar un fin de semana rodeados de naturaleza.

Con una superficie de casi 50 kilómetros cuadrados, las Lagunas de Zempoala son un tesoro natural al alcance de los habitantes de la capital. Cada otoño, su paisaje se transforma en una pintura viviente, invitando a los visitantes a disfrutar del silencio del bosque, el reflejo de los árboles sobre el agua y la serenidad de un entorno que parece suspendido en el tiempo.

Más allá de su belleza natural, las Lagunas de Zempoala también tienen un profundo significado espiritual. Durante siglos fue considerado un sitio sagrado por pueblos originarios, que lo vinculaban con el agua, la fertilidad y la vida. Hoy, ese legado convive con su papel como centro de recreación y ecoturismo, ideal para quienes buscan desconectarse del ritmo urbano.

Entre sus principales actividades destacan el senderismo, el ciclismo de montaña, los paseos a caballo, el rappel y el alpinismo. Desde las alturas se pueden admirar panorámicas impresionantes del valle y del bosque. También hay zonas para acampar, remar en lancha, volar papalotes o disfrutar un día de campo en familia. En los alrededores se encuentran pequeños puestos donde se ofrecen antojitos típicos como gorditas, quesadillas y pozole, perfectos para acompañar con un atole caliente.

La magia del lugar también se refleja en sus leyendas. Una de las más conocidas cuenta la historia de Zempoatl, una joven de singular belleza que murió de tristeza al perder a su gran amor. Se dice que las lágrimas derramadas por su familia dieron origen a las lagunas, que hasta hoy guardan la melancolía de aquel amor imposible.

Ubicado a más de 3,000 metros sobre el nivel del mar, el parque goza de un clima frío, especialmente por las noches y en las primeras horas del día, por lo que se recomienda llevar abrigo. Su cercanía con Cuernavaca, conocida como la “ciudad de la eterna primavera”, facilita el acceso a servicios y hospedaje para quienes deseen pasar un fin de semana rodeados de naturaleza.

Con una superficie de casi 50 kilómetros cuadrados, las Lagunas de Zempoala son un tesoro natural al alcance de los habitantes de la capital. Cada otoño, su paisaje se transforma en una pintura viviente, invitando a los visitantes a disfrutar del silencio del bosque, el reflejo de los árboles sobre el agua y la serenidad de un entorno que parece suspendido en el tiempo.

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