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Trump impulsa regreso de azúcar en Coca-Cola y presume su botón de Diet Coke

Por Juan Pablo Ojeda

 

Donald Trump volvió a ser noticia por algo más que política: ahora busca cambiar la fórmula de la Coca-Cola en Estados Unidos. El expresidente pidió públicamente que la icónica bebida elimine el jarabe de maíz de alta fructosa y regrese al azúcar de caña, como parte de un impulso a una dieta más saludable dentro de su programa “Make America Healthy Again”, promovido junto al secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr.

Trump, conocido por tener un botón exclusivo en su escritorio del Despacho Oval para que le lleven una Diet Coke, puso el tema en el centro del debate alimentario. Y no es solo un capricho presidencial: el jarabe de maíz, utilizado en la mayoría de los refrescos y productos ultraprocesados en EE.UU., ha sido vinculado por expertos con problemas de obesidad y enfermedades crónicas, aunque nutricionalmente su diferencia con el azúcar de caña es mínima.

El asunto no es solo de salud, también de poder económico. La industria del maíz en Estados Unidos es una de las más protegidas y cuenta con un poderoso lobby agrícola. De hecho, cambiar la fórmula significaría afectar miles de empleos y encarecer la producción, como lo advirtió el director de la Asociación de Profesionales del Refinado de Maíz. Además, el azúcar en EE.UU. es más caro que en otros países debido a regulaciones y subsidios, lo que complica el cambio sin una política agrícola que reduzca su costo.

PepsiCo, el eterno competidor de Coca-Cola, respondió rápidamente. Su CEO consideró que la propuesta abre una oportunidad para explorar más productos con azúcar de caña, aunque admitió que el 60% de sus bebidas en EE.UU. todavía usan jarabe de maíz. Pidió también que el gobierno facilite la transición con medidas que reduzcan el precio del azúcar nacional.

En este contexto, la Coca-Cola mexicana vuelve al radar. Famosa por estar endulzada con azúcar de caña y por tener un sabor distinto —muchos aseguran que mejor— ha sido una alternativa popular en zonas con alta población mexicana en Estados Unidos desde su llegada en 2005. Sin embargo, su precio es más elevado y su distribución limitada.

A pesar del ruido mediático, Coca-Cola no ha confirmado un cambio oficial en su fórmula, pero agradeció el interés y dejó abierta la puerta a futuras innovaciones.

Lo que queda claro es que, una vez más, Trump ha puesto su sello personal en el debate nacional, esta vez desde el mundo de los refrescos. Entre edulcorantes, lobbies agrícolas y botones presidenciales, el regreso al azúcar se ha vuelto tan político como nutricional.

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