Por Juan Pablo Ojeda
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a colocarse en el centro de la polémica, esta vez al cargar contra la NFL por la nueva regla aplicada a los ‘kickoff’ o patadas iniciales en el futbol americano.
A través de un mensaje publicado en Truth Social, el mandatario tachó de “ridícula” la normativa y aseguró que contribuye a convertir al futbol americano en un deporte “afeminado”, expresión que rápidamente encendió el debate en medios deportivos y políticos.
“La NFL tiene que deshacerse de esa ridícula nueva regla de ‘kickoff’. ¿Cómo pueden implementar un cambio tan grande y radical con tanta facilidad y rapidez? Es al menos tan peligrosa como la patada inicial ‘normal’ y se ve fatal”, escribió Trump.
El presidente fue más allá al calificar la medida como un retroceso para la esencia del deporte:
“El balón se mueve, pero los jugadores no, justo lo contrario de lo que es el futbol americano. ¡El futbol americano ‘afeminado’ es malo para Estados Unidos y malo para la NFL! ¿A quién se le ocurren estas ideas ridículas?”.
La NFL, por su parte, ha defendido la modificación como una estrategia para proteger la salud de los jugadores, al reducir la distancia de arranque entre ofensiva y defensiva, minimizando así el riesgo de choques de alta velocidad, que históricamente han provocado lesiones graves y hasta conmociones cerebrales.
La norma también contempla escenarios en los que el balón no debe ser retornado, lo que prácticamente elimina los impactos más violentos de este tipo de jugadas.
El comentario de Trump no es casual. En la antesala de un proceso electoral en el que busca movilizar a su base más conservadora, el mandatario ha utilizado con frecuencia al deporte como campo de batalla cultural. Su narrativa suele vincularse a la idea de que ciertas reformas en ligas deportivas responden a una “agenda progresista” que, a su juicio, debilita símbolos tradicionales de Estados Unidos.
Analistas políticos destacan que este tipo de declaraciones refuerzan el discurso del republicano frente a su electorado más duro, aquel que ve con recelo cualquier cambio en instituciones consideradas parte de la identidad estadounidense. Sin embargo, también le generan críticas en sectores moderados que acusan a Trump de trivializar temas de seguridad y de usar un lenguaje cargado de estigmas.
El debate está abierto: mientras la NFL apuesta por proteger la integridad de sus jugadores, Trump insiste en que los cambios atentan contra la esencia del futbol americano. Una discusión que, aunque deportiva en apariencia, refleja de nuevo la capacidad del mandatario para politizar cualquier espacio de la vida pública en Estados Unidos.
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