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Historia de lo inmediato

Ska en náhuatl suena en el Congreso

Por Bruno Cortés

 

En medio del ajetreo legislativo que suele inundar los pasillos de San Lázaro, este lunes algo inusual ocurrió: una banda que mezcla reggae, cumbia y ska con letras en náhuatl subió al escenario y le dio ritmo a la Cámara de Diputados. Sí, como lo lees. El grupo Auikal (que significa Canto de Agua en náhuatl) transformó por un rato el recinto parlamentario en una fiesta sonora de raíz indígena, como parte de una serie de actividades culturales que no solo buscan entretener, sino también conectar la política con quienes usualmente no se sienten parte de ella: los jóvenes y los pueblos originarios.

La ocasión no fue casual. El concierto fue parte de la conmemoración doble: por un lado, el Día Internacional de la Juventud, que se celebra cada 12 de agosto, y por otro, el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, conmemorado cada 9 de agosto. Todo esto, enmarcado además en lo que el Congreso ha nombrado “Año de la Mujer Indígena”. Así lo explicó Elías Robles Andrade, director del Espacio Cultural San Lázaro, quien recordó que México no es solo castellano: aquí se hablan más de 68 lenguas indígenas. Y aunque a veces pareciera que la política está en otro idioma, este tipo de actos buscan hacerla más cercana, más nuestra.

Auikal es un grupo formado por siete músicos que decidieron, hace apenas tres años, darle un giro a la música con un enfoque tan moderno como identitario: cantar en náhuatl sobre bases de reggae, pop y ska, sin dejar fuera el sabor de la jarana huasteca ni los ecos del son tradicional. En un país donde muchas veces lo indígena se relega al folclor o al discurso de ocasión, escuchar estas lenguas vivas resonar en un escenario del Congreso es también una postura política: reivindicar lo que somos, desde la raíz hasta el ritmo.

Este evento, aunque cultural, no es aislado. Forma parte de la Agenda Cultural de la Cámara de Diputados, impulsada por el presidente de la Junta de Coordinación Política, Ricardo Monreal Ávila, y respaldada por áreas clave como la Secretaría General y la Secretaría de Servicios Administrativos y Financieros, cuyo titular, Aliza Klip Moshinsky, también estuvo presente, junto con Salvador Vera Islas, coordinador de dicha agenda.

Ahora bien, ¿por qué esto importa más allá del evento? Porque la cultura también es una política pública. Invertir en actividades que visibilizan la diversidad, promueven la lengua y abren espacios para la juventud, forma parte de una estrategia más amplia —y muchas veces poco reconocida— que busca democratizar el acceso a la cultura y fortalecer el tejido social. En otras palabras, que San Lázaro suene a cumbia en náhuatl no es solo un concierto: es un mensaje.

Así, entre jaranas y ska, el Congreso recordó que la juventud y los pueblos indígenas no son un tema más en la agenda: son parte del presente que exige ser escuchado. Y qué mejor que hacerlo con música que habla en lenguas originarias y que, al mismo tiempo, conecta con las nuevas generaciones. Porque la identidad no está peleada con la modernidad, y en la política, también se puede bailar.

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