Por Bruno Cortes
En el discurso central por el séptimo aniversario de la Transformación, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo definió la defensa irrestricta de la soberanía nacional como el pilar inamovible de la segunda etapa de su administración. Ante un Zócalo desbordado, la mandataria envió un mensaje diplomático pero contundente a los socios comerciales del norte, estableciendo que la integración económica de América del Norte no implica, bajo ninguna circunstancia, la cesión de la autonomía política, jurídica o cultural de México.
Sheinbaum fue enfática al abordar las recientes tensiones diplomáticas derivadas de la elección popular de jueces y magistrados. Calificó el proceso no solo como un mandato de las urnas, sino como un acto supremo de autodeterminación. «A quienes desde el extranjero sugieren que nuestra democracia pone en riesgo sus inversiones, les respondemos con la verdad: en México impera el Estado de Derecho, pero es un derecho que nace del pueblo, no de los despachos corporativos internacionales», sentenció la titular del Ejecutivo, rechazando cualquier intento de injerencia bajo el pretexto de la volatilidad financiera.
El mensaje cobró especial relevancia de cara a la próxima revisión del T-MEC en 2026. La presidenta advirtió que México llegará a la mesa de negociación como un socio igualitario, digno y soberano, y no como un actor subordinado. Subrayó que la «Supremacía Constitucional» blinda al país contra los intentos de utilizar tribunales internacionales para revertir políticas públicas estratégicas, asegurando que las decisiones fundamentales se toman en Palacio Nacional y no en Washington o en organismos financieros globales.
Finalmente, la defensa de la soberanía se vinculó estrechamente con la rectoría de los recursos naturales. Sheinbaum reiteró que el litio, el petróleo y la industria eléctrica son activos de seguridad nacional que garantizan el futuro independiente del país. Concluyó su intervención tendiendo una mano de amistad a todas las naciones del mundo, aclarando que México es un país de puertas abiertas para la inversión honesta, siempre y cuando se respete la máxima juarista: «Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz».
































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