Por Juan Pablo Ojeda
En Palacio Nacional arrancó la mañana con una señal política clara y directa: la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo confirmó que ya envió al Senado la terna para elegir a la nueva titular de la Fiscalía General de la República (FGR). Y sí, tal como había insinuado en días pasados, las tres propuestas son mujeres. No dio nombres—eso lo revelará el Senado más tarde—pero dejó claro el mensaje: “es tiempo de mujeres”.
La vacante se abrió tras la renuncia de Alejandro Gertz Manero, quien dejó el cargo la semana pasada para convertirse en embajador de México. Su salida movió piezas importantes dentro del gobierno, empezando por la llegada de Ernestina Godoy Ramos como fiscal encargada. Godoy, quien hace apenas días era consejera jurídica del Ejecutivo Federal, tomó las riendas de manera interina mientras se procesa la designación formal del nuevo mando.
La decisión de enviar una terna exclusivamente femenina no es menor. En un cargo históricamente dominado por hombres, la presidenta busca marcar un rumbo distinto: más presencia de mujeres en posiciones clave de procuración de justicia, un terreno donde los reclamos de impunidad, violencia de género y rezago institucional pesaban cada vez más en la conversación nacional.
Ahora la pelota está en la cancha del Senado, que deberá revisar perfiles, discutirlos y votar por una de ellas. El proceso no solo definirá a la próxima fiscal general por los próximos años, sino también el tono del sistema de justicia en la administración de Sheinbaum.
El paso siguiente será conocer quiénes integran la terna. Pero desde hoy, el mensaje político ya quedó instalado: el relevo en la FGR no será solo un trámite administrativo, sino un movimiento con intención de abrir espacio a nuevas voces en uno de los cargos más delicados del país.
































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