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Historia de lo inmediato

Sheinbaum condena quema de libros en la UNAM

Por Juan Pablo Ojeda

 

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, lanzó una dura condena este lunes desde Palacio Nacional por los actos vandálicos ocurridos durante la segunda marcha contra la gentrificación en la Ciudad de México, realizada el pasado 20 de julio. En particular, rechazó la quema de libros en instalaciones de la UNAM, hecho que calificó como un acto de corte fascista.

“Hubo algunos actos con los que no estamos de acuerdo y no vamos a estar de acuerdo nunca. Un grupo muy pequeño entró a Ciudad Universitaria, rompió los vidrios de una librería y quemaron libros”, explicó la mandataria durante su conferencia matutina.

Sin titubeos, la presidenta añadió: “Los únicos que han quemado libros en la historia son los fascistas. Puede haber una demanda legítima, pero quemar libros en una institución educativa debe ser condenado totalmente. Eso no lo podemos solapar nadie en nuestro país. Lo único que muestra es una actitud y prácticas que solo pueden catalogarse como movimientos fascistas.”

La protesta, organizada para denunciar los efectos del aumento en el costo de vida y la gentrificación en la capital, reunió a decenas de personas en el sur de la ciudad. Aunque comenzó de manera pacífica, la marcha derivó en actos violentos perpetrados por encapuchados, quienes realizaron pintas, rompieron vidrios del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) y saquearon la librería Julio Torri en el Centro Cultural Universitario.

Los libros quemados dentro de esta emblemática librería encendieron la indignación en redes sociales y entre autoridades. La propia UNAM emitió un comunicado condenando los hechos, subrayando que la universidad es un espacio de libertad, pluralidad y defensa de los derechos de expresión, pero no tolerará la violencia ni la destrucción como formas legítimas de protesta.

“Nunca compartirá la violencia, la agresión y la intolerancia como vías de expresión”, señaló la universidad.

El incidente vuelve a encender el debate sobre los límites de la protesta social y el uso de la violencia en movimientos que, si bien nacen de demandas legítimas, corren el riesgo de perder legitimidad cuando se cruzan ciertas líneas, como la agresión a instituciones culturales y educativas.

Desde la presidencia, Sheinbaum dejó clara su postura: el derecho a la protesta es válido, pero la quema de libros en una universidad no tiene justificación ni contexto que lo ampare. Y en tiempos de polarización, esas imágenes tienen un peso simbólico que trasciende la coyuntura.

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