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Muertes fetales en México: una tragedia silenciosa que supera las 22 mil pérdidas al año

 

Carlos Lara Moreno

México cerró 2024 con 22 mil 31 muertes fetales, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Detrás de esta cifra alarmante se esconden profundas desigualdades sociales, fallas en la atención prenatal y carencias estructurales del sistema de salud que impactan directamente en mujeres y familias de todo el país.

El país registró una tasa de 62.9 muertes fetales por cada 100 mil mujeres en edad fértil, lo que significa que, en promedio, más de 60 familias enfrentaron cada día la pérdida de un embarazo. Los focos rojos se ubicaron en Colima (86.5), San Luis Potosí (84.9) y Estado de México (82.7), entidades que superan significativamente el promedio nacional.

En contraste, Oaxaca, Zacatecas y Quintana Roo reportaron los índices más bajos. Causas y condiciones de riesgo

El informe señala que las complicaciones del embarazo y del parto fueron responsables de casi la mitad de los casos (44.7%), seguidas por trastornos del período perinatal (26.6%) y problemas relacionados con la duración del embarazo o el crecimiento fetal (11.2%).

Ocho de cada diez muertes fetales ocurrieron antes del parto, lo que revela deficiencias en la detección temprana de embarazos de riesgo.

A pesar de que casi 80% de las mujeres que sufrieron una pérdida recibieron atención prenatal, la mayoría asistió a menos de cinco consultas. Otro 16.6% no tuvo ningún tipo de seguimiento médico.

Perfil de las madres afectadas

Contrario a la creencia de que se trata de un fenómeno ligado únicamente a embarazos adolescentes, los datos muestran que dos de cada tres casos ocurrieron en mujeres de entre 20 y 34 años.

La mayoría declaró no tener empleo remunerado (63.8%) y contaba con escolaridad secundaria o preparatoria incompleta. Asimismo, más de la mitad de los embarazos con desenlace fatal correspondió a mujeres en unión libre.

Otro dato crítico: 63.1% de los fetos pesaba menos de un kilo al momento de la defunción, un indicador asociado a nacimientos prematuros y complicaciones graves de salud.

Obstáculos en el acceso a la atención

Para Georgina González, especialista en duelo gestacional, perinatal y neonatal, las cifras revelan más que un problema médico.

“La desigualdad sigue siendo un factor determinante. Muchas mujeres enfrentan barreras económicas, de transporte o laborales para asistir a consultas. A veces también deciden no ir por miedo a malos tratos o porque perciben que perderán el tiempo en un sistema saturado”, afirma.

La especialista destaca que la atención prenatal en México suele llegar tarde y no siempre es de calidad, y subraya la falta de programas educativos integrales que incluyan no solo la prevención del embarazo adolescente, sino también la preparación y cuidado antes, durante y después de la gestación.

Humanizar la pérdida: el Código Mariposa

Más allá de las cifras, la pérdida de un bebé representa un duelo profundo para las familias. En este sentido, González impulsa el Código Mariposa, un protocolo hospitalario que busca brindar acompañamiento sensible en estos casos.

Este código contempla acciones como facilitar recuerdos del bebé (huellas, fotos, mechones de cabello), ofrecer espacios de despedida dignos y dar apoyo en los trámites.

En Jalisco, el Código Mariposa ya es ley y se aplica en hospitales públicos y privados, con “salas mariposa” diseñadas para que los padres puedan despedirse de sus hijos en intimidad.

Otros estados como Coahuila y Guerrero también han comenzado a implementar este modelo, aunque a nivel nacional la legislación avanza lentamente. La iniciativa de “Cunas Vacías”, presentada en 2021, continúa congelada en la Cámara de Diputados.

Un reto pendiente para la salud pública

La mortalidad fetal es un indicador sensible del estado de la salud materno-infantil y de la eficacia de las políticas públicas. Mientras en otros países de la región las tasas han disminuido con programas integrales, México mantiene cifras elevadas que reflejan esfuerzos insuficientes.

“Las cifras no son solo números: detrás hay historias de familias que necesitan atención médica de calidad, prevención real y un trato humano en el momento más doloroso de sus vidas”, enfatiza González.

El desafío es claro: sin políticas sólidas y sin un sistema de salud accesible y sensible, el rostro invisible de la mortalidad fetal seguirá cobrando vidas y marcando a miles de familias mexicanas cada año.

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