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México: un nuevo pacto por la dignidad y la salud sexual

Por Bruno Cortés

 

La política a veces parece lejana, pero cuando se habla de salud, dignidad y derechos humanos, las discusiones del Congreso terminan tocando la vida diaria de miles de personas. Eso ocurrió en el “Encuentro Regional VIHDA, VIHSIÓN, VÍHNCULOS para acciones positivas”, donde diputadas, diputados, especialistas y activistas de varios países pusieron sobre la mesa un mensaje claro: México no puede seguir enfrentando el VIH con estigmas, castigos o improvisación, sino con educación, ciencia, prevención y presupuestos que realmente atiendan el problema.

Desde el inicio, el diputado Jaime Genaro López Vela recordó un dato duro: 80 por ciento de los casos de VIH en México afectan a poblaciones de la diversidad sexual. Después de más de cuatro décadas desde que comenzó la pandemia, estos grupos siguen en mayor vulnerabilidad. Para él, la clave para frenar esta tendencia es hablar en serio de educación sexual integral, sin prejuicios ni filtros, porque solo así se puede prevenir de verdad. Celebró que por primera vez exista presupuesto federal etiquetado para la diversidad sexual, con 16 acciones específicas, pero dejó claro que no alcanza. Por eso ya trabajan en un anexo transversal que atienda de fondo las necesidades de estas poblaciones y del sistema de atención al VIH.

El diputado Pedro Mario Zenteno agregó otra dimensión: el sistema de salud debe dejar de ser reactivo y convertirse en uno que priorice la prevención, la promoción y el autocuidado. Cada año, 16 mil personas adquieren VIH en México y muchas de estas infecciones podrían evitarse con información clara, atención temprana y un programa integral de salud sexual desde el primer nivel, que es donde llega la mayoría de la gente.

Desde la Secretaría de Salud, María Alejandra Alegría insistió en que la lucha contra el VIH no puede depender de esfuerzos aislados. Recalcó la urgencia de crear un marco normativo que se base en ciencia, justicia y dignidad, y anunció un acuerdo de colaboración para fortalecer la respuesta al VIH hacia 2026. Este acuerdo incluye garantizar medicamentos antirretrovirales sin burocracia, mejorar los procesos de abastecimiento y diseñar estrategias de riesgo enfocadas en las poblaciones más vulneradas.

La mesa no solo fue técnica; también hubo un llamado político. Erick Iván Ortiz, del Global Equality Caucus, dijo que México puede convertirse en referente regional si impulsa leyes que garanticen acceso universal a pruebas, tratamientos y prevención, con presupuestos suficientes y sin castigos ni criminalización. Para él, la evidencia científica y los derechos humanos deben guiar cada decisión. Desde relaciones exteriores, se recordó que el VIH es un reto que ningún país puede enfrentar solo: hace falta una alianza permanente entre gobiernos, organizaciones, activistas y sociedad civil.

La mirada internacional también aportó ejemplos que mueven. Legisladores de Argentina y Colombia compartieron casos en los que la discriminación laboral y social sigue golpeando a personas con VIH, al punto de que muchas dejan de acudir al médico por miedo a ser señaladas. Es un recordatorio de que las leyes importan, pero cambiar la cultura importa igual o más.

En otro panel se habló directamente del estigma, quizá uno de los problemas más silenciosos pero más presentes. Especialistas como Eloy Ordaz explicaron que la atención en salud no puede funcionar si no hay salud mental y si la sociedad sigue rechazando a quienes viven con VIH. Ricardo Baruch recordó que la salud de la diversidad sexual no se reduce al virus: también se necesitan servicios de salud mental, reproductiva y libre de discriminación. Y Rodrigo Moheno soltó un dato alarmante: América Latina es la única región donde las nuevas infecciones van al alza, con mil más que el año pasado en México.

Legisladores locales destacaron esfuerzos recientes, como la derogación del delito de “peligro de contagio” en Colima, una figura que criminalizaba a personas con VIH en lugar de protegerlas. También señalaron la necesidad de crear puentes entre congresos estatales, organizaciones y comunidades para avanzar en políticas más humanas y efectivas.

El encuentro cerró con lo más poderoso: las voces de quienes viven con VIH, personas que han enfrentado discriminación en hospitales, trabajos, escuelas e incluso en sus propias familias. Activistas de albergues, casas hogar y organizaciones civiles compartieron historias que duelen, pero también su determinación para no dejar a nadie atrás. Pidieron que sus experiencias no se usen como herramienta política, que no se les trate como cifras y que el Estado cumpla compromisos reales. Su mensaje fue claro: vivir con dignidad no debería ser un privilegio.

Este encuentro dejó en claro que México se encuentra en un punto clave. Si el país decide caminar hacia políticas públicas basadas en ciencia, educación sexual integral, derechos humanos, presupuestos reales y cero estigma, puede cambiar la vida de cientos de miles de personas. Y eso, en política, ya es transformar el país.

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