Por Juan Pablo Ojeda
El 2024 fue un año duro para México en términos de mortalidad. Según los datos preliminares del INEGI, se registraron 796 mil 321 muertes en todo el país, lo que representa un aumento del 2.3% respecto a 2023. O sea, más mexicanos perdieron la vida en comparación con el año anterior, y eso obliga a mirar con lupa qué está pasando con la salud pública y la seguridad.
La cifra total de certificados de defunción emitidos llegó a 818 mil 437, pero el propio INEGI aclara que no todas esas muertes ocurrieron en 2024. Algunas, cerca del 2.7%, se reportaron con retraso, aunque la mayoría sí sucedieron en ese mismo año.
El dato que más salta es la tasa bruta de defunciones, que fue de 629 por cada 100 mil habitantes, diez puntos arriba que en 2023. Esto no es un número cualquiera: implica que, proporcionalmente, murieron más personas en relación con el tamaño de la población.
¿Quiénes murieron más? Pues de los fallecidos, el 55.9% fueron hombres y el 44% mujeres, mientras que en unos 585 casos ni siquiera se pudo identificar el sexo. Y aunque las causas varían, hay patrones claros por género.
En el mapa nacional, los estados que encabezaron las cifras de muertes por cada 100 mil habitantes fueron Colima, Chihuahua, Quintana Roo, Morelos y Baja California. Es decir, ahí fue donde proporcionalmente murieron más personas.
¿Y de qué murieron los mexicanos en 2024? Las enfermedades del corazón se mantienen como el enemigo número uno, con 192 mil 563 decesos. Le siguen la diabetes mellitus (112 mil), los tumores malignos (95 mil), enfermedades del hígado (más de 40 mil) y los accidentes, con casi 40 mil casos.
Pero hay matices importantes entre hombres y mujeres. Ellas murieron más por enfermedades cerebrovasculares e infecciones respiratorias como influenza y neumonía, mientras que ellos sufrieron más accidentes, enfermedades hepáticas e incluso agresiones (homicidios).
El informe también resalta que el 89.6% de las muertes fue por causas relacionadas con la salud y solo el 10.4% por causas externas, como homicidios, accidentes o suicidios. Sin embargo, dentro de esa “minoría”, hay temas graves que siguen afectando la seguridad pública, como los asesinatos, que cobraron más de 33 mil vidas.
Enero fue el mes con más muertes, seguido por mayo y febrero. ¿La razón? Aunque no se detalla en este informe, se puede especular que los picos invernales de enfermedades respiratorias o los cambios estacionales podrían tener algo que ver.
En resumen, los datos del INEGI no solo sirven para contar muertos, sino para entender hacia dónde deben dirigirse las políticas públicas. El aumento de muertes por enfermedades prevenibles como la diabetes o por causas violentas como los homicidios exige que los gobiernos —tanto federal como estatales— se tomen en serio la prevención, el acceso a la salud y la seguridad ciudadana.
La información es preliminar, sí, pero el panorama ya es claro: México tiene una tarea pendiente para salvar más vidas en los años por venir.
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