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Kenia López Rabadán llama a saldar la deuda histórica con las mujeres

 

La Cámara de Diputados abrió hoy sus puertas a un mensaje que, más que político, sonó a una sacudida de conciencia. En un salón lleno de legisladoras, activistas y madres buscadoras, la presidenta de la Mesa Directiva, Kenia López Rabadán, dejó claro que el Estado mexicano sigue teniendo una deuda enorme con las mujeres y que ya no hay espacio para postergarlo. Lo dijo con datos, con historias y con la presencia simbólica de dos mujeres que han resistido lo peor de la violencia: María Elena Ríos, sobreviviente de ataque con ácido, y Cecilia Flores, una de las madres buscadoras más conocidas del país.

López Rabadán describió una realidad que para millones es cotidiana: mientras las mujeres dedican 40 horas a la semana al trabajo no remunerado —una jornada laboral completa— los hombres invierten apenas 16. Y detrás de esa brecha, repasó cifras que duelen: siete de cada diez mexicanas mayores de 15 años han vivido algún tipo de violencia; casi la mitad sufrió agresiones antes de cumplir los 15; y tan solo en 2021 se presentaron 800 denuncias diarias por violencia familiar, además de 100 por violación. Cada número, dijo, es una historia, una alerta, un recordatorio de que la urgencia es real.

El tono cambió cuando habló de las madres buscadoras. Con voz firme, denunció que 97% de ellas ha sufrido violencia en sus labores de búsqueda, muchas veces replicada por las mismas instituciones que deberían protegerlas. “Gracias por su amor a su familia y por su amor a la patria”, les dijo a las mujeres presentes, entre ellas Carmen Suárez, Ana Luz Juárez y Lidia Hernández, quienes han tenido que rastrear con sus propias manos lo que el Estado no encuentra.

Junto a las invitadas, López Rabadán destacó que esta lucha no se dará sola ni se resolverá con discursos. Llamó a que presupuestos, políticas y decisiones públicas se alineen a transformar la vida de las mujeres. Recordó que las violencias ya no solo son físicas o psicológicas: hoy se han tipificado nuevas formas que reflejan cómo el entorno cambia tan rápido como la capacidad de agredir. Por eso, dijo, la presencia de María Elena Ríos, pieza clave de la “Ley Malena”, es también un recordatorio de que la resistencia puede convertirse en legislación.

El mensaje que cerró el evento fue directo: la deuda de México es con las mujeres, y no se paga con discursos, sino con recursos, leyes claras, instituciones que protejan y un Estado que deje de fallarles. Lo dijo en plural, porque —recalcó— cuando las mujeres trabajan juntas, el país avanza; y porque la violencia, como también mostró con cifras, las ha tocado a todas en algún punto de su vida.

Entre aplausos, abrazos y un sentimiento de solidaridad palpable, quedó marcado lo que López Rabadán quiso subrayar desde el inicio: escuchar y respaldar a estas mujeres no es un gesto político, es la única forma de empezar a saldar una deuda que lleva décadas acumulándose.

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