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Historia de lo inmediato

Jóvenes Toman San Lázaro (y No Fue por Protesta)

Por Bruno Cortés

 

A veces, en medio del ruido político, las marchas, los debates eternos en el Congreso o las reformas que no entendemos del todo, se nos olvida que en este país también hay espacios donde se siembra algo mucho más valioso: la esperanza de una ciudadanía crítica, informada y participativa. Esta semana, en la Cámara de Diputados —sí, ese lugar donde se supone que se decide el rumbo del país—, se vivió algo que vale la pena contar.

Más de 290 jóvenes de todo el país se reunieron en el mismísimo Palacio Legislativo de San Lázaro para formar parte de MéxMUN 2.0, un modelo de Naciones Unidas que, más allá del nombre rimbombante, es básicamente una especie de simulacro donde los chavos se ponen en los zapatos de diplomáticos, funcionarios y políticos, para discutir los problemas del mundo como si ellos ya fueran parte de la ONU, de un gabinete presidencial o incluso de un cabildo municipal.

Y aunque suene a “actividad escolar”, lo que pasó ahí fue mucho más que eso. Fue un ejercicio de política real, de debate con argumentos, de construcción de consensos y de toma de decisiones. Cosas que, seamos honestos, a veces ni los verdaderos políticos logran hacer con tanta altura.

Aliza Klip Moshinsky, quien coordina los servicios administrativos y financieros de la Cámara, dijo algo que resume perfectamente lo que ocurrió: estos jóvenes llegaron con pensamiento crítico, ejecutaron con inteligencia, y se fueron con más herramientas para cambiar su entorno. Y eso, en un país como México, donde la política muchas veces parece lejana o inútil, es oro puro.

El evento fue organizado por el Espacio Cultural San Lázaro (sí, en la Cámara también hay cultura) y la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM. Lo interesante es que no solo se trató de discutir temas internacionales como el rol de la ONU o los conflictos globales. También hubo mesas que abordaron realidades locales, como la política municipal, o incluso dinámicas creativas como Los Juegos del Hambre —sí, como la película, pero con trasfondo político— para simular decisiones extremas en contextos ficticios.

Lo importante aquí no fue solo el tema, sino el método: hablar, escuchar, negociar y proponer. Así, sin gritos ni hashtags vacíos. Desde mesas como la de ONU-Mujeres o la de la Oficina contra las Drogas y el Delito, hasta debates en clave de fútbol (porque sí, la FIFA también tiene política), los jóvenes se enfrentaron al tipo de dilemas que los verdaderos líderes enfrentan todos los días.

La Cámara, por cierto, está tomando cada vez más en serio estos temas internacionales. Por iniciativa del diputado Ricardo Monreal Ávila, se creó el Observatorio Legislativo de Asuntos Globales, donde un grupo de especialistas analiza cada semana lo que pasa en el mundo y cómo afecta a México. Esto es importante porque aunque el Senado tiene las facultades en política exterior, en San Lázaro también se está haciendo la tarea.

Al final del evento, los participantes recibieron reconocimientos no solo por su oratoria o por ser los mejores delegados, sino por algo mucho más profundo: por atreverse a imaginarse tomando decisiones importantes. Por creerse el papel. Por creerse el cambio.

Porque en una época donde la política parece cosa de otros, ver a casi 300 jóvenes pensando cómo mejorar el mundo desde un lugar simbólico como San Lázaro, no solo emociona: inspira.

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