El mar Caribe retiene el aliento. La tormenta Huracán Melissa ha escalado al nivel más alto de la escala de intensidad —categoría 5— y pisa hacia las costas de Jamaica y próximamente las de Cuba con vientos que rozan los 260 kilómetros por hora, marejadas ciclónicas de varios metros y lluvias torrenciales de hasta un metro, según las autoridades meteorológicas.
Ya se registran pérdidas: al menos cuatro muertes confirmadas —tres en Haití y una en República Dominicana—, y comunidades aisladas que enfrentan el peligro del colapso por inundaciones o aludes.
Lo alarmante no solo es la potencia, sino la lentitud de su avance: el sistema se mueve apenas a unos 5 km/h, lo que amplía el tiempo de exposición para las zonas en trayectoria.
En Jamaica, el gobierno activó cientos de refugios, ordenó evacuaciones en zonas vulnerables y cerró los aeropuertos internacionales. El ministro de Gobierno Local, Desmond McKenzie, fue claro: “esta no es una apuesta que se pueda ganar”.
Las proyecciones son sombrías: en Jamaica podrían caer entre 38 y 102 centímetros de lluvia, con picos mayores a un metro en ciertos puntos. Se estima marejada de hasta cuatro metros en la costa sur. Gran Particular preocupación genera Kingston, la capital, que se encuentra en terreno bajo y no escapa de la amenaza.
Mientras tanto, en la República Dominicana y Haití ya se ven los efectos: hogares destruidos, comunidades cortadas y pérdidas agrícolas, lo que agrava un panorama social y humanitario complejo.
Este fenómeno que se convierte en el decimotercer sistema con nombre de la temporada atlántica 2025 podría marcar un antes-y-un-después. Los expertos advierten que las altas temperaturas del agua del Caribe y una inusual capa profunda de agua cálida están alimentando su fuerza.
La pregunta es: ¿están las islas preparadas para un impacto semejante? En Jamaica se teme que muchas comunidades no resistan el arrastre del agua y el viento. La combinación de vientos extremos, lluvia prolongada y lentitud del sistema hace que la ecuación para sobrevivir sea todavía más compleja.
En estos momentos, el objetivo es uno solo: ponerse a salvo, evacuar si corresponde y mantener canales de comunicación habilitados. Cualquier distracción, demora o descuido puede resultar fatal.
































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