Por Bruno Cortés
En plena revisión del Paquete Económico 2026, la presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Kenia López Rabadán, puso sobre la mesa un punto clave: no basta con hablar de cuánto se recauda en impuestos, lo importante es en qué se gasta ese dinero. Y más aún, si se destina a proteger lo que para la gente es lo más valioso: su vida y su patrimonio.
La diputada, entrevistada tras participar en el Segundo Simulacro Nacional en San Lázaro, recordó que el 19 de septiembre es una fecha que nos obliga a pensar en la protección civil. Los sismos no se pueden evitar, pero sí se puede preparar la respuesta. Por eso, insistió en que los recursos públicos deberían priorizar municipios, estados y, en general, la seguridad de todas las familias mexicanas. En pocas palabras: no se trata solo de números fríos, sino de vidas que pueden salvarse si el presupuesto se usa bien.
También subrayó el papel de las Fuerzas Armadas en situaciones de emergencia, recordando la relevancia del Plan DN-III, un operativo que se activa en desastres naturales y que, con el tiempo, se ha convertido en símbolo de solidaridad institucional con el pueblo.
Kenia compartió además una experiencia personal: cuando vivía en un séptimo piso de la Venustiano Carranza, no existían protocolos claros en caso de sismo. No se hablaba de “no corro, no grito, no empujo”, ni se sabía cuáles eran los lugares seguros en escuelas, oficinas o edificios. Hoy, dijo, el panorama es distinto: la ciudadanía está más informada, existen protocolos claros y eso hace la diferencia entre la tragedia y la prevención.
La discusión sobre el presupuesto, entonces, no es lejana ni técnica: conecta directamente con la seguridad cotidiana de la gente. Al final, la política pública se mide en la capacidad del Estado de responder cuando la tierra se mueve bajo nuestros pies.
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