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Historia de lo inmediato

Adán Augusto descarta bronca el 1° de septiembre

Por Juan Pablo Ojeda

 

En la política mexicana pocas veces falta el espectáculo, pero lo que ocurrió ayer en el Senado fue algo que ya se parece más a un ring de box que a un recinto legislativo. El enfrentamiento entre Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva, y Alejandro “Alito” Moreno, líder del PRI, dejó ver el grado de tensión que se vive en la llamada “vieja casona de Xicoténcatl”, donde la Comisión Permanente sesionaba.

La escena fue digna de crónica urbana: empujones, gritos, acusaciones y hasta amenazas verbales. Todo comenzó cuando Alito exigió el uso de la tribuna y Noroña se negó, lo que desencadenó una confrontación que terminó con priistas y morenistas lanzándose acusaciones de violencia. Noroña asegura que lo agredieron físicamente y que ya prepara denuncias penales contra Moreno, Rubén Moreira y otros legisladores del tricolor, mientras que Alito revira diciendo que fue el propio Noroña quien comenzó la trifulca y que no respetó acuerdos previos.

Las reacciones no se hicieron esperar. La oposición cerró filas denunciando al presidente de la Cámara, mientras que Morena y sus aliados lo arroparon de inmediato. Dirigentes como Andrea Chávez y gobernadores morenistas salieron en su defensa, y la propia presidenta Claudia Sheinbaum no dudó en subir el tono: llamó “porros” a los priístas que participaron en la bronca.

Adán Augusto López también metió las manos al fuego por Noroña. Lo describió como un “político de primera” y recalcó que lo que molesta al PRI y al PAN es que sea un dirigente formado desde abajo. Eso sí, dejó un mensaje envenenado: dijo que algunos políticos necesitan “cursos de autocontención” y remató con ironía que tal vez habría que mandarlos a Monte Fénix o a Oceánica, centros de rehabilitación de adicciones. Sin decir nombres, pero todos entendieron la indirecta.

Más allá del pleito, la gran pregunta es qué pasará en las próximas sesiones. El primero de septiembre arranca el nuevo periodo legislativo y no se descarta que vuelva a subir la temperatura en el pleno. Noroña, confiado, dice que no hay riesgo de que se reviente la sesión, aunque lo cierto es que la crispación entre bloques va en aumento.

La política mexicana siempre ha tenido sus pasajes broncos, pero lo de ayer deja claro que la división no solo es ideológica, también es personal. Entre gritos, empujones y acusaciones cruzadas, el Congreso se acerca más a un espectáculo de lucha libre que a un espacio donde deberían discutirse leyes y políticas públicas que afectan la vida de millones de personas. El problema no es solo la confrontación, sino que en medio del ruido, los temas de fondo —seguridad, economía, salud— se pierden entre insultos y empellones.

Así, con un Senado convertido en ring, la pregunta es inevitable: ¿podrán los legisladores sentarse a debatir con seriedad en la próxima sesión, o la política mexicana seguirá escribiendo sus capítulos más candentes entre golpes y gritos?

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