Por Bruno Cortés
Aunque todavía no inicia el siguiente periodo ordinario de sesiones en la Cámara de Diputados, el movimiento dentro de Morena ya empezó. Y no es cualquier movimiento. El diputado Ricardo Monreal Ávila, coordinador del Grupo Parlamentario de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), salió a dejarlo claro: la bancada está cerrando filas con la presidenta Claudia Sheinbaum y ya trabajan en el diseño de la agenda legislativa que marcará los meses por venir.
Monreal no lo dice con rodeos: el respaldo a Sheinbaum será total y desde el territorio, es decir, no solo en el Congreso, también en las calles, distritos y estados. Dice que ha tenido reuniones cara a cara con diputadas y diputados para afinar estrategias, mantener presencia y sobre todo, para “no dejar sola a la Presidenta”. Es decir, Morena quiere mostrar unidad desde el primer minuto del sexenio, algo clave cuando estás estrenando poder presidencial.
Y en lugar de esperar a que arranquen formalmente las sesiones en septiembre, ya comenzaron con una serie de reuniones por circunscripción. Ayer fue Puebla, mañana Guanajuato, después Toluca, Jalisco y finalmente Chiapas. Cinco sedes que cubren todo el país y donde se están discutiendo dos cosas importantes: por un lado, la agenda legislativa, y por otro, algo que suele pasar más desapercibido pero que es clave en la política del Congreso: quién presidirá la nueva Mesa Directiva.
Para quienes no lo tienen tan fresco: la Mesa Directiva es el órgano que organiza y conduce las sesiones del Pleno. Cambia cada año y, por ley, debe respetar un esquema de rotación entre los partidos, normalmente dándole el turno al grupo que ocupe el segundo lugar en la Cámara. Monreal, aunque aún no hay decisión oficial, ya adelantó su postura personal: se debe respetar la ley. Eso podría significar que, aunque Morena tiene mayoría, el PAN —por ejemplo— tendría oportunidad de presidir esta vez. Aunque claro, eso todavía está en juego.
Este tipo de definiciones, que a veces parecen temas internos o de trámite, en realidad marcan el tono político de cada periodo. Una Mesa Directiva aliada o no tan afín puede hacer más sencillo —o más complicado— el avance de las reformas que el nuevo gobierno quiera empujar. Por eso las bancadas están tan pendientes.
En resumen, lo que Monreal está armando no es solo un tour de reuniones; es un cierre de filas, una toma de posiciones clave y una declaración de que Morena ya está calentando motores para acompañar —y apuntalar— el arranque del sexenio de Claudia Sheinbaum.
Y si algo ha demostrado Monreal en su trayectoria, es que donde pone el ojo político, pone el músculo legislativo.
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