Después de dos años de intensos combates que dejaron más de 67 mil palestinos muertos y a cientos de familias israelíes destrozadas por el secuestro de sus seres queridos, Israel y Hamás finalmente firmaron un acuerdo para poner fin a la guerra en Gaza. La noticia ha provocado una ola de esperanza y alivio tanto en Israel como en Palestina, aunque aún quedan asuntos delicados por resolver, como el desarme del grupo islamista.
El acuerdo fue alcanzado tras intensas negociaciones en Egipto, con la mediación de Estados Unidos, Qatar y Turquía. Según confirmaron fuentes oficiales israelíes, ambas partes aprobaron la primera fase del plan propuesto por el presidente estadounidense Donald Trump, que incluye la liberación de los rehenes israelíes a cambio de la excarcelación de cerca de dos mil prisioneros palestinos. Además, Israel retirará parcialmente sus tropas de Gaza y permitirá la entrada de ayuda humanitaria, alimentos y medicinas para la población civil.
Khalil Al-Hayya, uno de los principales líderes de Hamás en el exilio, aseguró que Estados Unidos y Turquía garantizaron que la guerra “ha terminado de forma permanente”. Sin embargo, el desarme del grupo sigue siendo el principal punto de fricción. “Ningún palestino podrá aceptar desarmarse. Todas las facciones, incluida la Autoridad Palestina, lo rechazan”, afirmó Osama Hamdan, dirigente de Hamás, dejando claro que el control militar del grupo no está en discusión.
El gobierno israelí, encabezado por Benjamin Netanyahu, enfrenta fuertes tensiones internas. Varios miembros de su coalición de ultraderecha, como Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich, han amenazado con romper con el primer ministro si no se garantiza el desmantelamiento de Hamás. Aun así, Netanyahu respaldó la decisión, afirmando que “el regreso de los rehenes y la seguridad de Israel son la prioridad”.
Donald Trump, por su parte, celebró el avance diplomático y aseguró que viajará a Egipto para la firma oficial del acuerdo. El mandatario estadounidense calificó el pacto como un paso hacia una “paz duradera” e informó que su país enviará unos 200 soldados a Israel para ayudar a monitorear el cumplimiento del alto al fuego y facilitar la entrada de ayuda humanitaria.
En las calles, el sentimiento fue de júbilo. En Gaza, miles de personas salieron a celebrar el anuncio del alto al fuego. “Gracias a Dios por el fin del derramamiento de sangre”, dijo Abdul Mayid Abd Rabbo, un residente de Jan Yunis. En Tel Aviv, la emoción fue igual de intensa: familiares de los rehenes se reunieron en la Plaza de los Rehenes, abrazándose entre lágrimas y esperanza. “Solo quiero verlo, abrazarlo y decirle que lo amo”, expresó Einav Zaugauker, madre de uno de los cautivos.
A pesar del entusiasmo, los enfrentamientos continuaron en algunos puntos de Gaza durante la noche, reflejando que la paz definitiva todavía enfrenta obstáculos. El destino político y militar de Hamás, así como la reconstrucción del territorio, siguen siendo temas pendientes. Pero, al menos por ahora, el anuncio marca el primer respiro tras una guerra devastadora que cambió para siempre la vida de millones de personas en Medio Oriente.
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