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Espalda de oficina: tres ajustes a tu postura que tu cuerpo te va a agradecer

Por Sabrina Monroy

Pasar ocho horas frente a la computadora ya es casi un deporte nacional. El problema es que muchos lo practicamos con la peor técnica posible: espalda encorvada, cuello adelantado, hombros hasta las orejas y piernas hechas nudo bajo la silla. El resultado se siente al final del día: dolor de espalda, cuello rígido, dolor de cabeza y una sensación de cansancio que no se quita ni con café. La buena noticia es que no necesitas un escritorio carísimo ni una silla gamer para mejorar: con tres ajustes básicos a tu postura, tu cuerpo puede empezar a sufrir menos.


1. La silla y tus piernas: rodillas a 90° y pies bien plantados

Empecemos por abajo. Si tus pies cuelgan o se quedan en puntitas, tu espalda paga la cuenta. La base es esta regla sencilla:

  • Rodillas a 90°: ni muy arriba ni muy abajo.

  • Pies bien apoyados en el piso o en un banquito firme.

  • Evita cruzar las piernas por horas: bloquea la circulación y desequilibra la postura.

Si la silla está muy alta y no se puede ajustar, improvisa un apoyo con una caja resistente o un escaloncito. Lo importante es que sientas que el peso del cuerpo descansa en los isquiones (los “huesitos” de las pompas) y no en la parte baja de la espalda.


2. La pantalla: a la altura de tus ojos, no de tu barbilla

Uno de los errores más comunes es trabajar con la pantalla demasiado baja. Eso obliga a inclinar el cuello hacia adelante y crea la famosa “joroba de oficina”.

Prueba este checklist:

  • El borde superior de la pantalla debe quedar más o menos a la altura de tus ojos.

  • El monitor debe estar frente a ti, no de lado, para que no tengas que girar el cuello todo el día.

  • La distancia ideal es aproximadamente la de tu brazo extendido: ni pegada a la cara ni al otro lado del escritorio.

Si trabajas con una laptop, lo mejor es elevarla con libros o una base y usar un teclado y mouse externos. Si no puedes, al menos intenta no bajar tanto la mirada: juega con el ángulo de la pantalla para que puedas verla con el cuello relativamente recto.


3. Tus hombros y espalda: relajados, no pegados a las orejas

Aunque tengas la silla y la pantalla bien, si trabajas con los hombros tensos y la espalda rígida, el dolor va a llegar igual. La meta es que la postura se vea neutral, no militar.

Al sentarte, revisa esto:

  • Apoya la espalda baja en el respaldo de la silla; si queda un hueco, puedes poner una toalla enrollada o un cojín pequeño en la zona lumbar.

  • Deja los hombros sueltos, ni hacia adelante como “joroba” ni forzados hacia atrás como soldado.

  • Los codos deben quedar cerca del cuerpo, formando también un ángulo cercano a 90°.

Un truco sencillo: levanta los hombros hacia las orejas, mantén tres segundos y suelta de golpe. Repite tres veces. Eso ayuda a “reiniciar” la postura cuando ya estás muy tenso.


Pausas activas: el mejor antídoto contra estar pegado a la silla

La mejor postura no sirve de mucho si la mantienes congelada por horas. El cuerpo está hecho para moverse, no para quedarse sentado toda la jornada.

Intenta:

  • Programar una alarma cada 45–60 minutos.

  • Cuando suene, párate, camina un par de minutos, mueve hombros, cuello y muñecas.

  • Si puedes, sube y baja unas escaleras o da una vuelta rápida por la oficina o tu casa.

No se trata de parecer “el flojo del equipo”, sino de evitar convertirte en estatua. Estas micro-pausas mejoran la circulación, despejan la mente y reducen el riesgo de dolores crónicos.


Estiramientos exprés para el escritorio

Puedes hacer estiramientos sin llamar demasiado la atención:

  • Cuello: mira hacia un lado y mantén 10 segundos, luego hacia el otro. Después baja la barbilla hacia el pecho otros 10 segundos.

  • Pecho: entrelaza las manos detrás de la espalda y estira suavemente, sintiendo cómo se abre el pecho.

  • Muñecas: extiende un brazo al frente con la palma hacia abajo, con la otra mano tira suavemente de los dedos hacia ti; cambia de mano.

Con que hagas esto un par de veces al día ya estás ayudando a que el cuerpo no se quede “atorado” en la misma postura.


Señales de alarma: cuándo sí debes ir al médico

Estos ajustes ayudan a la mayoría de las personas, pero no sustituyen una valoración profesional. Es importante buscar ayuda médica o de un especialista en columna si:

  • El dolor es intenso o te despierta en la noche.

  • Sientes hormigueo, entumecimiento o debilidad en brazos o piernas.

  • El dolor no mejora con reposo y cambios de postura.

Tu espalda es para toda la vida, no sólo para esta chamba.


Pequeños cambios, grandes resultados

Cuidar tu postura en la oficina no es cuestión de perfección, sino de hacer menos daño cada día. Ajustar la altura de la silla, colocar bien la pantalla, apoyar los pies, revisar tus hombros y hacer pausas activas puede ser la diferencia entre terminar la jornada agotado o sólo cansado.

Quizá tu trabajo te obliga a estar muchas horas frente a la computadora, pero cómo te sientas sí depende de ti. Y tu yo del futuro —ese que quiere seguir caminando sin dolor y sin pastillas— te lo va a agradecer.

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