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Procesión de Vida y Muerte en el Corazón de México

Por Carla Berenice

Cuando el Zócalo se viste de cempasúchil, la Ciudad de México se transforma en un escenario mágico. Este año, la Mega Ofrenda de Día de Muertos no es solo una ofrenda; es un auténtico viaje visual y sensorial. Bajo el título Procesión, esta instalación monumental es un homenaje a la tradición y al surrealismo que tanto definen el alma mexicana. Desde el 30 de octubre hasta el 3 de noviembre, el Zócalo se convierte en un portal hacia un México donde lo ancestral y lo moderno se dan la mano.

Imagina 21 esculturas de cartonería que desafían la gravedad, algunas alcanzando los 17 metros, custodiando un espejo de agua inspirado en Altotonga, Veracruz. Dos trajineras y una chinampa monumental aportan color y esencia lacustre, mientras 10,000 flores de cempasúchil, frescas y vibrantes, evocan un sendero hacia el Mictlán, cultivadas especialmente por manos de Xochimilco.

El Taller de Arte Xibalbá ha creado un escenario surrealista digno de las comparsas oaxaqueñas, en colaboración con más de 100 artistas, quienes se inspiraron en la obra del grabador Eduardo Robledo. Cada noche, a las 19:00 horas, el encendido de luces ilumina la plaza, convirtiendo el centro en un remanso de misticismo y color.

El 2 de noviembre, el Desfile de Día de Muertos partirá desde el Zócalo, con la participación de casi 6,000 personas, quienes rinden homenaje a figuras como Rosario Castellanos y David Alfaro Siqueiros.

La Mega Ofrenda no es solo para los ojos; es para el alma. México recuerda a sus muertos en grande, pero sobre todo, celebra la vida que nos conecta con ellos.

Fotos Bruno Cortés

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