La muerte de un estudiante del CCH Sur, apuñalado por otro joven con diagnóstico de un trastorno mental severo, ha conmocionado a la comunidad universitaria y al país entero. Más allá del horror inmediato, este hecho revela una crisis silenciosa pero profunda: la falta de atención integral a la salud mental de adolescentes y jóvenes en México.
Según la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), miles de jóvenes enfrentan ansiedad, depresión, exclusión y violencia cotidiana sin recibir la ayuda profesional necesaria. La situación se ha agravado con el aislamiento derivado de la pandemia y la normalización de discursos de odio en redes sociales.
En la UNAM y particularmente en el CCH Sur, la problemática alcanza niveles alarmantes: 9 de cada 10 estudiantes presentan síntomas de ansiedad, depresión o conductas suicidas, pero la mayoría no accede a un tratamiento oportuno por falta de recursos, estigmas sociales o la ausencia de suficientes especialistas.
El agresor de este caso arrastraba una historia marcada por bullying desde la primaria, conflictos familiares y un episodio depresivo grave con síntomas psicóticos. La falta de atención temprana y continua ilustra cómo las carencias en el sistema de apoyo psicológico pueden transformarse en tragedias irreparables.
Expertos señalan que este hecho no debe verse como un incidente aislado, sino como un llamado urgente a fortalecer la salud mental en las escuelas. Se requieren más programas de prevención, profesionales capacitados, ambientes seguros y estrategias para la detección temprana de riesgos emocionales.
La salud mental de los jóvenes impacta directamente en su bienestar, convivencia y desarrollo integral. El caso del CCH Sur es una dolorosa advertencia: ignorar esta crisis es condenar a las nuevas generaciones a repetir escenarios de violencia y sufrimiento. Actuar con responsabilidad social y política es, hoy más que nunca, una tarea impostergable.
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