Por Bruno Cortés
En la Cámara de Diputados se volvió a escuchar un reclamo que lleva años rebotando entre aulas, pasillos administrativos y oficinas de gobierno: las y los maestros de los Tecnológicos Nacionales de México sienten que su salario no alcanza para reflejar la chamba que hacen. Y esta vez no fueron solos. La diputada Alejandra del Valle, de Morena, salió a respaldar públicamente a integrantes del Sindicato Nacional de Educación Superior (SNES), quienes piden algo tan básico como justicia salarial.
El mensaje central es sencillo de entender, aunque técnicamente sea parte de las famosas políticas salariales: los profes de los tecnológicos —especialmente los planteles descentralizados, que son 122 de los 254 en todo el país— ganan menos que sus colegas del sistema federalizado, y esa diferencia no está sustentada en el trabajo, sino en cómo se reparte el dinero entre subsistemas. Dicho de otra forma, hay docentes con la misma preparación y responsabilidades que cobran menos sólo porque dependen de un esquema administrativo distinto. A eso se le llama brecha salarial, y es justo lo que están tratando de cerrar.
Germán Tinajero, líder del SNES en Jalisco, puso el dedo en la llaga al pedirle directamente a la presidenta Claudia Sheinbaum que atienda a este subsistema. Reconoció que para 2026 vendrán 10 mil millones de pesos adicionales para educación y que eso siempre ayuda, pero insistió en que los tecnológicos tienen carencias históricas que no se resuelven sólo con aumentar el presupuesto general. El problema es más específico: salarios rezagados, falta de planeación en los incrementos y, en algunos casos, promesas incumplidas, como un aumento del 4% que, según las maestras, aún no se ve reflejado.
Sandra Zamora, también docente, lo dijo sin rodeos: “No pedimos más que justicia”. Y cuando hablan de justicia, se refieren a algo muy técnico pero muy sencillo: que la política salarial incluya al subsistema tecnológico como parte del corazón educativo del país, porque sin ellos no habría ingenieros, técnicos, profesionistas ni laboratorios en regiones donde la educación superior no suele llegar.
Desde Michoacán, Gerardo Bolaños completó el panorama: estos tecnológicos no están en grandes ciudades, sino en comunidades donde más pega el rezago educativo. Ahí, los profes son los que sostienen la educación y, en muchos casos, la movilidad social. Pero también ahí se nota más fuerte la desigualdad: falta infraestructura, falta equipo, falta capacitación y, encima, los salarios son menores. Por eso insisten en un diálogo directo con la Presidencia y la Secretaría de Educación Pública, porque lo que piden —homologación salarial, inversión en infraestructura y reconocimiento— no es un capricho; es lo que permite que estos planteles sigan funcionando.
En resumen, los docentes de los tecnológicos están pidiendo que la política pública les dé un piso parejo. Que su salario deje de depender del tipo de administración y empiece a depender de su trabajo. Y que el aumento al presupuesto educativo se traduzca en mejoras reales, no sólo en cifras bonitas. La diputada Del Valle prometió acompañarlos. Ahora falta ver si el reclamo se convierte en una discusión formal en el Congreso y, sobre todo, en una decisión de gobierno que cierre la brecha de una vez por todas.

































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