En un contexto inédito para la historia jurídica del país, Marisela Morales Ibáñez emerge como una figura emblemática en la contienda para integrar la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en la primera elección popular de ministros que se celebrará el próximo 1 de junio de 2025. Morales, con más de tres décadas de trayectoria en el servicio público, ha forjado una carrera donde la imparcialidad, la cercanía con el pueblo y el combate frontal a la corrupción han sido constantes.
El inicio de su campaña en Santa María Tomatlán, Iztapalapa —el barrio que la vio nacer— no fue una mera elección geográfica. En ese territorio de calles apretadas y lucha cotidiana, Morales encontró la raíz de su vocación. “Desde Iztapalapa, el lugar donde nació mi vocación por el derecho, inicio con orgullo mi campaña”, dijo en un acto donde lo simbólico y lo político se fusionaron para lanzar un mensaje potente: la justicia debe estar al servicio de quienes menos tienen.
Formada en la UNAM, con posgrados en el INACIPE y en la Universidad de Pavía, su perfil combina experiencia nacional e internacional. Morales no solo fue la primera mujer en dirigir la extinta Procuraduría General de la República, sino que también ejerció como cónsul en Milán, una etapa que fortaleció su perspectiva sobre los derechos humanos y la justicia global. Su visión para la SCJN, sin embargo, se ancla en las urgencias del México cotidiano: erradicar la corrupción, garantizar el acceso a la justicia y blindar la independencia judicial.
Su propuesta se resume en cinco compromisos claves. Desde garantizar que ningún poder externo influya en las decisiones judiciales, hasta robustecer la defensoría pública y crear instituciones más fuertes para proteger a las mujeres. En cada uno, Morales plantea una transformación institucional profunda, con la mirada puesta en una justicia real, no retórica.
La candidata número 20 en la boleta ha enfatizado en repetidas ocasiones su independencia política. “Mi lealtad es a la Constitución y al pueblo de México”, ha dicho en diversos foros. Con un tono firme, insiste en que “la justicia no tiene colores ni partidos”. Además, subraya la necesidad de acelerar los procesos legales y eliminar la impunidad que tanto lastima al país, sobre todo en comunidades vulnerables donde la ley suele llegar tarde, o no llega.
Las encuestas, aunque aún prematuras, muestran un panorama en evolución. Morales cuenta con el 12% de preferencia, por debajo de candidatas con mayor exposición mediática como Yasmín Esquivel o Lenia Batres. Sin embargo, el bajo nivel de conocimiento sobre el proceso (solo el 12% de los encuestados sabe la fecha de las elecciones) revela un terreno aún abierto para el crecimiento de su campaña.
Sobre los señalamientos por su cercanía con el gobierno de Felipe Calderón y figuras como Genaro García Luna, Morales ha respondido con claridad: “Nunca fui cómplice, ni encubrí a nadie. Fui una funcionaria que hizo su trabajo con la ley en la mano”. Reivindica su trayectoria con la convicción de que su experiencia es hoy más necesaria que nunca en un Poder Judicial que atraviesa una crisis de legitimidad.
Marisela Morales apuesta por devolver la esperanza en la justicia. A través de su candidatura, busca conectar con millones de mexicanos que ven en el sistema judicial un entramado distante y costoso. Su mensaje es directo: “La justicia debe tener rostro humano y femenino”. Y ese mensaje, pronunciado desde Iztapalapa y proyectado hacia toda la nación, busca resonar en el voto ciudadano de este 1 de junio, cuando por primera vez, la ciudadanía podrá elegir a quien los represente en la Corte más alta del país.