El Estadio GNP de la Ciudad de México se convirtió en el escenario de un ritual pop sin precedentes. Lady Gaga, la reina del espectáculo oscuro y vanguardista, regresó después de 13 años para presentar The Mayhem Ball, una gira que fusiona electrónica, teatro y provocación en un derroche de energía y emociones. Con un vestuario impactante, coreografías hipnóticas y un mensaje de amor a sus seguidores, la artista demostró por qué sigue siendo una de las figuras más influyentes de la música.
El concierto, dividido en cinco actos, comenzó con una aparición dramática: Gaga emergió bajo luces rojas, vestida con un icónico traje carmesí que evocaba tanto a una reina como a una sacerdotisa de un ritual místico. Las primeras notas de Bloody Mary resonaron en el estadio, seguida de Abracadabra, un tema que reforzó la atmósfera de hechizo que envolvió a los asistentes. «México, ¡griten!», exclamó, desatando una ola de euforia entre los miles de fanáticos que coreaban cada palabra.
Uno de los momentos más emotivos llegó cuando la cantante desplegó una bandera de México y, con un español fluido, leyó una carta dedicada a sus little monsters. «Han pasado 13 años desde la última vez que estuve aquí, y espero que vean que he trabajado duro para demostrarles cuánto los admiro», expresó antes de interpretar Alejandro, uno de los temas más celebrados por el público. La conexión con sus seguidores fue palpable, especialmente con aquellos que, como Micke Holguin, viajaron desde otros países para vivir la experiencia. «Su música es libertad, es identidad», compartió el fanático colombiano.
El espectáculo no solo fue una celebración musical, sino también un tributo a la diversidad. Drag queens como Vermelha Noir, participante de Drag Race México, destacaron cómo la música de Gaga les ayudó a aceptarse. «A los 12 años no sabía quién era, pero ella me mostró que está bien ser diferente», confesó. Mientras tanto, el Born This Way Project iluminó las gradas con los colores de la bandera LGBTI+, reforzando el mensaje de inclusión que siempre ha definido a la artista.
El cierre fue tan intenso como el inicio. Después de una íntima interpretación de Shallow junto al piano, Gaga resucitó a la dama de blanco de Bad Romance para cerrar con una explosión de energía. Los 65,000 asistentes bailaron, cantaron y vivieron cada segundo como un ritual colectivo, confirmando que, más que un concierto, The Mayhem Ball fue una experiencia transformadora.
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