La muerte de Erick Leonardo Terán Torbellín, un niño de 13 años, ha conmocionado a la sociedad mexicana. El menor falleció el pasado 26 de abril de 2025, durante un campamento organizado por la Academia Militarizada Ollin Cuauhtémoc, en Cuautla, Morelos. El campamento, que supuestamente tenía como fin la formación disciplinaria de los jóvenes, terminó en una tragedia que ha desatado una ola de indignación y denuncias de maltrato.
La madre de Erick ha denunciado públicamente que su hijo, junto a otros menores, sufrió maltrato físico severo durante su estancia en el campamento. Según su testimonio, los niños fueron golpeados, atados, arrastrados y sometidos a castigos inhumanos que incluyeron fracturas y la privación de alimentos. La necropsia reveló que Erick sufrió el estallamiento de sus órganos internos, lo que provocó un paro cardiorrespiratorio fatal. La causa de estas lesiones graves, según las autoridades, fue la violencia ejercida por un sargento y una capitana, quienes presuntamente golpearon y arrastraron a Erick por el suelo durante varios minutos.
El dolor de los padres de familia se suma a la indignación de la sociedad, pues los testimonios de otros niños aseguran que fueron amenazados para no denunciar los abusos, bajo el temor de sufrir castigos aún peores. Ante la magnitud de los hechos, los padres han interpuesto cerca de 20 denuncias formales ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México.
Exigiendo justicia y el cierre definitivo de la Academia Militarizada Ollin Cuauhtémoc, los familiares han llamado a las autoridades a intervenir con urgencia. La alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, no tardó en responder, anunciando una verificación administrativa en las instalaciones de la academia ubicada en la colonia Santa María la Ribera, con el fin de comprobar su legalidad y las condiciones en las que operaba. Además, ha asegurado que las familias afectadas recibirán apoyo jurídico y ha instado a la Fiscalía de Morelos a esclarecer lo sucedido y castigar a los responsables.
En este contexto, se han alzado voces en toda la sociedad, exigiendo que la violencia en el ámbito educativo sea erradicada y que aquellos responsables de la muerte de Erick, así como de los abusos cometidos, enfrenten las consecuencias de sus actos. La tragedia de este joven no solo pone en evidencia la gravedad de los maltratos en las instituciones educativas, sino también la urgencia de una mayor supervisión y regulación de las academias militares y similares en el país.
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