Por Juan Pablo Ojeda
Los New England Patriots (11-2) volvieron a dejar claro que son uno de los equipos más peligrosos de la Conferencia Americana. Con una victoria contundente de 33-15 sobre unos New York Giants (2-11) que jamás encontraron respuesta, el equipo de Mike Vrabel cerró la Semana 13 enviando un mensaje directo al resto de la NFL: quieren la primera siembra y están jugando como tal.
El arranque fue un vendaval. Primero, un gol de campo abrió el marcador. Después, Marcus Jones silenció —y a la vez sacudió— al MetLife Stadium con un regreso de patada de 94 yardas, una explosión que puso el 10-0 antes de que los Giants supieran qué los golpeó. Cuando parecían reponerse, una jugada polémica calentó los ánimos: Christian Ellis arrolló a Jaxon Dart en la banda, un golpe innecesario que subió la tensión pero no cambió el ritmo del juego.
Drake Maye, con una calma de veterano, lanzó un pase flotado perfecto para Kayshon Boutte y estiró la ventaja a 17 puntos, todavía en el primer cuarto. Los Giants respondieron con un chispazo: una conexión entre Dart y Darius Slayton que recorrió 30 yardas para acercar el marcador a 17-7. Fue lo más cerca que estuvieron.
La reacción de los Pats fue automática. Maye soltó una bomba de 33 yardas a Kyle Williams y, en la patada posterior, New England recuperó el balón para convertir ese regalo en otro gol de campo. Antes del descanso, Andy Borregales añadió tres puntos más para dejar un 30-7 que prácticamente sentenció el encuentro.
Aunque Borregales falló un intento en el tercer cuarto y los Giants acortaron con una jugada de engaño que aprovechó Devin Singletary, el partido jamás estuvo en riesgo. Con dos minutos por jugar, otro gol de campo de los Patriots selló el triunfo y puso el 33-15 definitivo.
New England no solo ganó: dominó. Y lo hizo en todos los aspectos del juego. Si sigue así, la primera siembra de la AFC no será un sueño, sino una consecuencia natural de un equipo que se está comportando como contendiente.
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