• 25 de abril de 2024 12:12

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Ludopatía: jugarse la salud

La ludopatía es un trastorno del control de los impulsos. Incorpora todas las características que pueden tener otras adicciones como pueden ser las toxicomanías o el alcoholismo. “El Bisturí” ha analizado este tema con entrevistas a Juan José Lamas, director técnico y fundador de FEJAR (Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados), y a Ricardo Barreira, jugador rehabilitado, secretario y monitor en AGAJA (Asociación Gallega de Jugadores Anónimos).

¿Qué señales alertan de la ludopatía?

En primer lugar el aspecto económico. Con el juego de apuestas se produce un descalabro económico. También hay una serie de cambios en la personalidad, en el ámbito social, nivel de bajo rendimiento escolar, ausencias del trabajo…

¿Cuál es la principal causa de ludopatía?

El juego principal de un 90 % de adictos son las máquinas tragaperras, este es el punto de partida. El 65 por ciento de las personas en  centros de tratamiento son por este motivo, pero el 28 % por juegos online. Si hablamos de menores de 26 años llega al 45 % el juego online.

¿Está cambiando el perfil del jugador patológico?

Sí. Hablamos de una persona que comenzó a jugar incluso siendo menor de edad, y que en muy poco tiempo configura una situación patológica. Estamos hablando de un estudiante o de un parado, joven, de 20 o 22 años, con dos años de juego y un gasto que para él supone toda su capacidad económica, pero no es lo mismo que hace siete u ocho años, que hablábamos de una persona casada, con siete años de juego, jugador de máquinas tragaperras y con unas consecuencias mucho más graves.

Unos dedos introducen una moneda en una máquina tragaperras. Efesalud.com
Una gran parte de afectados juegan a las tragaperras/Nacho Gallego

Las apuestas deportivas tanto en su versión online como en su versión presencial está constituyendo una normalización de esta actividad. En estos momentos los salones de apuestas son lugares de encuentro de nuestros jóvenes o de nuestros adolescentes con lo cual la propia reiteración o la campaña de publicidad o el marketing que establecen los operadores va a propiciar que más jóvenes jueguen y de esa cantidad de jóvenes que jueguen haya una porción que configure una situación de patología y por tanto de necesidad de intervención.

Desde FEJAR, ¿hablas de una prohibición total de la publicidad o de que se contrarreste con campañas de información y prevención?

Ese es el planteamiento, quiero decir, primero conseguir una reducción de toda la publicidad del juego y una regulación que tenga al menos medidas sancionadoras ante la agresión publicitaria que puede sufrir la población en general y sobre todo los menores y la juventud. No puede ser que a todos nos inviten a jugar y nos ofrezcan reclamos ya sean publicitarios o de promociones, que normalicen esa actividad de juego. Tampoco puede ser que no haya ni siquiera un mensaje de información de las consecuencias negativas que pueden tener esta misma actividad.

Los datos del segundo trimestre de este año de la Dirección General de Ordenación del Juego señalan cerca de 860.000 usuarios activos de media mensual. Son más que en marzo de ese mismo año. No sé si estamos ante una epidemia.

Creo que el debate de la sociedad debería ir por dos canales distintos: primero, el canal de las personas afectadas que, como enfermos y ciudadanos tienen derecho a un proceso de intervención y de que la administración les atienda y logre su recuperación.

Por otro lado, la generalidad de la sociedad. Realmente tendremos que valorar hacia dónde nos estamos encaminando. Con las personas afectadas lo que sí reivindicamos y exigimos es una intervención coherente y efectiva por parte de la administración como garante  de la salud de todos los ciudadanos.

Ricardo Barreira: “Si nosotros mismos nos avergonzamos es muy difícil concienciar a la sociedad de que realmente tenemos un problemas”

¿Cómo empezaste?

Empecé a jugar a los 13 o 14 años. Me jugaba la paga al futbolín o al tute y después tenía que pedir dinero para comerme el bocadillo y después mentir en casa para devolver el dinero que había pedido para comer un bocata y, también, para seguir jugando.

¿Cuánto tiempo estuviste?

Ricardo se jugaba el dinero a las cartas//Obert Schelesinger

Hasta el año 2000, que fue cuando entré por primera vez en tratamiento. Hice un tratamiento completo en AGAJA, pero no lo aproveché ya que en el 2012 volví otra vez a la asociación.

Una vez rehabilitado, ¿cómo es tu día a día?

Tengo claro que yo no puedo volver a jugar. Tengo claro que a mí el juego me hace daño, me hizo daño, y me volvería a hacer daño si volviese a jugar. Hay que concienciarse de que es una enfermedad que está ahí. La gente no se da cuenta de que es una enfermedad, pero muchos de nosotros, los ludópatas, también nos avergonzamos. Si yo tengo una enfermedad grave, llámese como sea y digo que padezco la enfermedad la gente te apoya, “venga ánimo que de esto se sale”, sin embargo decir soy ludópata nos avergüenza. Entonces si nosotros mismos nos avergonzamos es muy difícil concienciar a la sociedad de que realmente tenemos un problema.

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