Desde el 2008 este día se estableció con el objetivo de reconocer las funciones, pero sobre todo las contribuciones que la mujer rural, incluida la mujer indígena, aportan y que son decisivas en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural.

Las mujeres rurales, que representan el 43 por ciento de la mano de obra en las actividades agrícolas son las encargadas de labrar la tierra y plantar las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al cambio climático.

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Sin embargo, como señala ONU Mujeres, este grupo de mujeres son las que, de manera desproporcionada, sufren los embates de los múltiples aspectos de la pobreza y aún cuando son tan productivas y buenas gestoras -tanto como los hombres- no disponen del mismo acceso a la tierra ni créditos, tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento.

En México, de los 61.5 millones de mujeres, 23 por ciento habitan en localidades rurales. También. representan el 34 por ciento de la fuerza laboral, por lo que esta población es responsable de más del 50 por ciento de la producción de alimentos en México[1].

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El principal compromiso del gobierno es empoderar a las mujeres en la agricultura familiar constituye un área de acción prioritaria, pues el papel de las mujeres agricultoras es “primordial”; y proporcionar a las campesinas acceso a los mismos recursos que los hombres es el camino hacia la reducción del número de personas que padecen hambre en México y el mundo.