• 1 de mayo de 2024 06:30

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Historia de vida; ejemplo de la cultura del esfuerzo y tragedia familiar; el caso de Ana Lilia Rivera, pdta del Senado

Entrevista Angélica Beltrán

Angélica Beltrán//Foto: Alejandro Montaño

CDMX a 8 de marzo, 2024 (Noticias de México).- El caso de Ana Lilia Rivera Rivera, senadora de la República, oriunda de Tlaxcala y actual presidenta de la Mesa Directiva, es especialmente relevante por hechos trágicos y fatales que marcaron su carrera política.

La senadora Rivera se inclinó desde los años de su juventud por la lucha social; más allá de los partidos políticos. Ante las injusticias cometidas contra los grupos campesinos de su comunidad y el despojo de sus tierras, ofreció darles asesoría legal, siendo ella apenas estudiante de la carrera de Derecho de la Universidad de Tlaxcala.

El tiempo la llevo a coincidir en intereses con el partido de la Revolución Democrática (PRD), al que se afilió y a través de este fue postulada a diversos cargos de elección popular como diputada local y federal.

Sin embargo, en esa ardua carrera, sucedió un acontecimiento trágico que la marcó en los subsecuentes años de su lucha, y fue determinante en su desarrollo personal y perfil político.

Ese acontecimiendo fatal en el que estuvo involucrada la senadora Rivera, ella misma lo ha comentado;en al menos dos ocasiones desde que llegó al Senado de la República en 2018.

La primera vez que contó la impactante historia de su vida, fue durante un encuentro con periodistas que cubren la fuente del Senado, cuando se le pidió hacer un recuento de su trayectoria política y su biografía; esto, trss haber sido elegida Presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara Alta.

La segunda ocasión, el pasado 14 de febrero en que cumplió 51 años de edad; y en que el personal de mantenimiento del Senado le ofreció una recepción con mariachis y pastel, para celebrar su cumpleaños y agradecerle los cambios a la ley que impulsó y que conllevaron a cambiar el esquema de trabajo de estos empleados al pasar del outsourcing a la contratación formal, con las prestaciones de la ley.

En esa ocasión dijo, en medio del ambiente festivo:

-Si no morí en aquel accidente, es porque tengo que hacer algo más en esta vida.

Y en la rueda de prensa cuando se presentó ya en calidad de presidenta de la Mesa Directiva, tras lograr ser la elegida dentro de su grupo parlamentario, el de MORENA; y luego, ser ratificada en el pleno del Senado. En esa ocasión, la senadora Rivera Rivera relató el episodio desafortunado de su vida, y antes de iniciar dijo:

–Espero no llorar mientra lo platico.

Así, en sus propias palabras, queremos compartir la historia de la senadora Ana Lilia Rivera, relatada por ella misma, en la que se entrelaza la historia familiar, la carrera política y la lucha por la paridad de género:

–En el 2007 cuando intenté ser candidata (PRD), en el partido en ese tiempo donde militaba, se hacían procesos internos para elegir a los candidatos; y no había la paridad, no existía todavía. 

Entonces, llevaba yo diez años haciendo talachita política, coordinando campañas de candidatos en los municipios. Ya saben cómo es con la gente como yo; te dicen “organiza reuniones, jala gente, llena camiones, haz desayunos, se representante de casilla, busca representantes, se representante general…”. 

Entonces llevaba diez años haciendo esa tarea. Y un día levanté la mano y dije “yo quiero ser candidata a diputada local, porque ya construí en mi distrito”. 

No voy a decir nombres, pero había como siempre, un líder de los partidos políticos y entonces fui con el líder del partido, y le dije “me voy a registrar”.

Y me dijo: “piénsalo bien, porque hay tres cosas que van a ser determinantes. En tu distrito nunca ha perdido el PRI (y tus desventajas) . 1.- Eres de una comunidad rural, 2.- Eres mujer y 3.- No tienes dinero”. Entonces tenía tres cosas en mi contra: ser mujer, de una comunidad y ser pobre. 

“No vas a ganar”, me dijo. Sin embargo, insistí y me registré. 

El día que iba a iniciar nuestra precampaña, en el 2007, jalé a toda la familia y tenía yo una reunión en la colonia más grande de Calpulalpan; ahí iba yo a arrancar mi campaña. 

Antes de llegar al evento iba yo –ya saben, no somos adinerados–, en un carrito. Iba papá, mamá, hermano, hermana, su servidora, toda la familia; qué más se podía en un carro.

Llevaba yo dos camionetas conmigo y el carro en el que yo iba y mi familia, condicido a a exceso de velocidad, venía bajando…y perdió el control. En un instante el carro en el que yo iba volcó. Y nadie llevaba puesto el cinturón de seguridad todos íbamos golpeándonos unos contra otros las tres vueltas que dio el carro y perdimos el conocimiento. Yo escuchaba gritos. 

Cuando yo regresé, todo era un caos. Llegaron las ambulancias, se llevaron a los lesionados; llegué al hospital y yo era la única que estaba en pie. Todos estaban heridos, mi padre, mi madre, mis hermanos. 

Ahí me dijeron que mi mamá había muerto en el accidente; que todos estaban muy graves, que yo era la única que estaba «bien». Tenía yo que ir a sacar a mi mamá de donde estaba, para llevarla a mi casa, pero me desmayé a medianoche, porque me dijeron “ya váyase”. 

Tres veces me desmayé y se dieron cuenta de que yo tenía hemorragias internas. Que tenía hecho pedazos el bazo. Bueno, eso fue hasta que me abrieron. Y que había perdido parte de mi intestino. 

Quiero decirles que en el momento en el que me atendieron, recuerdo vagamente cómo un médico entró, metió una aguja en mi vientre y una bolsa se llenó de sangre y empezaron a cortar. Yo perdí el conocimiento… No supe más, hasta días después en que desperté. Y fui trasladada a «su pobre casa». Y a mi mamá nunca la volví a ver.

El coraje para seguir adelante:

Pero dos cosas me hicieron levantarme de eso:

Lo primero fue que en el hospital, en las pocas veces que tuve claridad de abrir los ojos, alrededor de mi cama no estaba mi familia, estaban los contendientes que iban a pelear conmigo en el proceso interno, tomándome la mano y dándome el pésame. 

Pero cuando salieron del hospital, dijeron: — “Esta ya no se levanta”.

Cuando supe que el comentario fue “esta –de esto— ya no se levanta”, me esperé que pasaran los nueve días, me quitaran los puntos de una cirugía que me partió a la mitad; y así, con taquicardia, con anemia, sin un órgano y sin trece centímetros de intestino; sin dinero y con toda mi familia quebrada por la muerte de mi madre; por que mi padre seguía muy grave y mi sobrino había sido trasladado a un hospital de Estados Unidos, con traumatismo craneoencefálico y mi hijo en silla de ruedas, con las piernas rotas y un brazo roto; fui y le dije a mi papá: –Papá, voy a hacer campaña.

Y me dijo “¿pero con qué?

Le dije “con la fuerza de voluntad. Si Dios me dio vida, no les voy a dar el gusto a quienes creen que esto me va a detener. Si Dios me dijo levántate y anda, voy a andar”. 

Y me di cuenta de que tengo un espíritu muy fuerte. 

Si ustedes me dicen “lo que sigue es la gubernatura”, no me importa. Como no me importó ser senadora, como no me importó enfrentar a quien tuviera yo que enfrentar aquí en el Senado. Lo que me mueve es entender que la vida es un proceso finito y que lo único que uno se va a llevar cuando se vaya de aquí, es la congruencia de sus actos. 

Y si la vida me dijo “vas a ser senadora”, voy a hacer lo correcto. Y si la vida me dice “vas a ser gobernadora de tu estado”, voy a hacer lo correcto, sin que sea la misión más importante en mi vida. 

Hacer lo correcto a favor de la gente; más allá de cargos públicos

Lo más importante de mi vida, el día en que me levanté de ese accidente, fue entender que el bien es perfecto, que el mal es imperfecto, y que hay que hacer el bien hasta donde se pueda y aunque duela. Y si para hacer el bien tengo que dejar de hacer acuerdos para que me encumbren en el poder, pues los dejo de hacer. 

Díganme ustedes, ¿quién que haya ejercido el poder en este país, a costa de todo por dinero y poder, va a ser eterno? ¿Quién, en el último día de su vida, cuando esté agotándose su aliento de vida y haya hecho daño a otros por dinero y poder, va a morir en paz? 

Yo prefiero siempre en la vida, esperar el día que Dios me llame a morir con la consciencia tranquila. Y yo sé que ese, es el camino angosto y pedregoso para llegar al poder; pero lo voy a caminar porque vale la pena; porque la vida es una y porque soy feliz. 

Y les voy a compartir algo que a lo mejor no es político, pero lo voy a hacer: 

Desde que tomé protesta como presidenta he dormido poco, porque me he preguntado si tengo el valor para enfrentar muchas cosas; y optar entre lo que conviene o lo que debo hacer. Y ahora vengo y ya tomé una decisión: debo hacer lo correcto y lo voy a hacer. Y ustedes lo van a ver. 

Y ya. Lo de la gubernatura no es importante para mí, lo importante es hacer lo que me toca en el lugar donde estoy; y ya la vida dirá. 

*Este fragmento forma parte de un libro que se publicará este mes, de manera digital, en el marco del Día Internacional de la Mujer, a cargo de la AC de periodistas Comunicadores con Sentido Social, que preside Angélica Beltrán.

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Por redaccion